Namibia, capítulo 1: empezando con buen pie

Namibia, capítulo 1: empezando con buen pie

Namibia está en el mismo rango de longitudes que Europa, por eso cuando miramos al mapa parece que está bastante cerca, e intuitivamente, si nunca hemos viajado en el eje de los meridianos, en lugar del de los paralelos, más habitual, pensamos que en unas pocas horas, 6, u 8 estaremos allí. Pero no, entre los vicios de las proyecciones cartográficas a las que estamos acostumbrados, y no contar con jet-stream, el vuelo (desde Londres, no Bilbao, y hasta Johannesburgo, no Windhoek), es bastante largo, unas 13 horas, lo que es más que la duración  de Europa a Japón, o algo parecido a volar de París a Los Angeles, o de Madrid a Santiago de Chile. Si a eso sumamos todos los vuelos accesorios (BIO-LHR, JNB-WDH), y las esperas, pues te juntas con un dia entero de aeropuertos y llegas a Windhoek con una mezcla de cansancio y fascinación por haber estado dos horas y pico volando por encima de un gran erial desértico que es por donde te vas a mover los siguientes días.

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El plan era sencillo, llegar al aeropuerto, formalizar visados, montar con un driver que nos llevaría hasta la empresa de alquiler de coches, coger uno de esos super todo terrenos con tienda de campaña en el techo y después de una noche de refresco y descanso, salir inmediatamente hacia Botswana, donde veríamos el gran delta del Okavango, durante 5 días, para volver a Namibia y seguir con las super visitas de este país.

Por la carretera el tipo nos señaló unos monos que andaban urgando en la basura, y pensamos que si podíamos ver monos en la carretera del aeropuerto, qué animales no veríamos en este viaje! No íbamos muy desencaminados, pero algo iba a torcerse de forma espectacular.

El driver nos dejó en la misma puerta de Camping Car Hire, una de las docenas de empresas de alquiler de todo terrenos que hay en Namibia, y una de las más famosas, quizá junto con Asco Car Hire. La empresa está regentada por unos alemanes, o descendientes de alemanes o algo por el estilo (luego alguien nos dijo que hablaban afrikaans, así que igual eran sudafricanos… ), lo cual, haciendo la reserva me daba cierta confianza, ya que las reservas en este país se hacen muy a lo salvaje, enviando el número de tarjeta de crédito, el cvc  y demás por email. Pero al llegar nos encontramos con que precisamente esa tarjeta de la que sólo nos faltó mandarles una foto, no servía para hacer la reserva. El motivo: no tiene los números en relieve y no la pueden pasar por la máquina de hacer copias en carbón. Cualquiera que lea esto se dirá, qué chorrada, se me ocurren mil soluciones a esa tontería, usar otra tarjeta, pagar en metálico, hacerle una foto a la tarjea para que se la queden, incluso a malas dejarle la tarjeta para que se la queden a modo fianza. Pues bien, absolutamente NADA valía. Resulta que en Namibia la mayoría de coches van sin seguro, y a eso hay que añadir que muchos de los conductores de coches alquilados son europeos y americanos que van como locos por las carreteras de tierra y tienen problemas con los coches. Por estas dos circunstancias, los seguros son muy estrictos y requieren una copia en carbón de la tarjeta para hacerse cargo de las coberturas en caso necesario. La cosa es que ninguno de los dos tenía otra tarjeta con números en relieve, y los alemanes, otrora fiables, se habían convertido en despiadados y fríos. No no no no no, no se puede, no os vamos a dar el coche porque no podéis asegurarlo. Si dejáis la tarjeta no sirve de nada porque el seguro no nos la coge. Es más, si vais a otro alquiler de coches os va a pasar lo mismo. Ok, deja que lo comprobemos nosotros, devuélvenos la pasta y santas pascuas. TAMPOCO. Porque para ello tendríais que haber cancelado la reserva 2 semanas antes. Así que allí estábamos, pintadísimos, sin coche, y con 1600€ menos en el banco. En Windhoek, una de las ciudades más feas que he pisado nunca, sin plan. Y con medio país reservado para dormir. A todo esto, los alemanes se comportaron como auténticos bastardos, que no sólo no mostraron nada de empatía con nuestra situación, si no que nos trataron bastante mal, que fue lo que peor nos sentó. Porque en los miles de mails que había intercambiado con la señora Rechter, sí que especificaba que tenía que llevar una de esas tarjetas. Y decía que si no cancelábamos con tiempo no nos devolvían la pasta. Pero no decía que si no cumplíamos nos iban a tratar como escoria.

En fin, nos fuimos con las manos vacías y tuvieron el detalle de llevarnos al hostel, que teníamos pillado por una sola noche. Allí conocimos a nuestro salvador, un namibio (aunque tenía pinta de egipcio) que estuvo peleando por teléfono, en persona y durante horas con la familia alemana, llamando a bancos, a la embajada, a abogados… Dijo que no podía ser y que o nos daban la pasta o el coche. Y el tipo se lo curró.

Así que nuestra primera tarde en Windhoek se tradujo en pánico, depresión, aceptación y finalmente búsqueda de soluciones. Fuimos a la empresa una vez más,  de la mano del namibio, y después estuvimos mirando alternativas. Primero intentando conseguir una tarjeta namibia que nos sirviera. Imposible, había que trabajar allí. Luego otras empresas de coches, para alquilar un coche al día siguiente!!! Estaba muy complicado. Finalmente decidimos que lo único que podíamos hacer era intentar conseguir la pasta, e intentar alquilar un coche en una AVIS o Herz, que según los alemanes nos podrían los mismos problemas, pero que yo sabía que no funcionaban así.

Buscamos un alojamiento en Windhoek para el día siguiente, ya que no íbamos a poder irnos, pero tampoco quedarnos donde el namibio, que estaba fully booked, y esa noche nos fuimos sin cenar, descompuestos, a la cama, y no dormimos prácticamente nada.

Al día siguiente, o en la continuación de la pesadilla que estábamos experimentando, fuimos de nuevo a Camping Car Hire, con el namibio salvador tomando notas y con cara de pocos amigos (algo que pareció que no iba a servir de nada, pero el caso es que ellos se pusieron bastante nerviosos con esta situación). Al principio nos dijeron que no se podía hacer nada, pero después de que yo suplicara, el namibio amenazara en afrikaans con juicios, y otras situaciones a cual más extraña e  incómoda (incluyendo la presencia de un supuesto banquero), la alemana se sacó de la manga un acuerdo que ya tenía firmado ella según el cuál nos devolvían prácticamente todo el dinero y se quedaban con una parte por las molestias de dejarles con el coche parado. Al margen del alivio del momento, en el que casi lloro, la clave aquí para ver lo miserables que eran estos tipos, es que tenían el acuerdo escrito y firmado, o sea habían pensado devolvernos la pasta, pero decidieron estirar el tema por si no lo peleábamos, y nos tuvieron una hora de tiras y aflojas hasta que nos lo entregaron.

Nos largamos de los muy desagradables Camping Car Hire, y fuimos directamente a AVIS, donde nos alquilaron un Toyota Corolla, lo único que les quedaba, sin ponernos ningún tipo de pega por la tarjeta. El Corolla no era un 4×4, y además habíamos perdido un día entero, así que por los dos motivos nuestra visita a Botswana se iba a pique, ya que varias de las cosas que queríamos ver allí requerían 4×4, y teníamos dos días enteros para entrar y salir del país, lo que nos dejaba un único día completo de estancia. Lo primero que hicimos fue ir a un garito de alquiler de equipamiento de camping, ya que nuestro coche de camping car hire incluía tienda, colchones, mesa, cocina, vajilla, cubiertos… y teníamos bastantes campings reservados, pero ahora sólo teníamos un Corolla. Esto limitaba bastante, ya que aunque no es un coche pequeño, tampoco cabían tantas cosas como en un todoterreno, así que nos limitamos a coger la tienda más pequeña, unas colchonetas suficientemente cómodas, y una caja con utensilios para cocinar y camping gas. Con eso y nuestras mochilas llenamos todo el maletero y buena parte de los asientos de detrás. Ahora sólo faltaba rezar porque las carreteras principales de Namibia no requiriesen 4×4.

Después aprovisionarnos de bártulos también nos aprovisionamos de comida y dinero efectivo en un mega centro comercial de la capital (los dólares namibios fueron imposibles de conseguir en Bilbao, donde sólo nos ofrecian rands sudafricanos, que por otra parte es moneda de curso legal en Namibia y está pareada con el valor del nambian dollar). Es curioso porque a cualquier sitio que vayas, por remoto y culturalmente diferente que sea, cuando entras en un super descubres que en realidad todo es lo mismo.

Nos fuimos a nuestro nuevo alojamiento provisional, el Windhoek urban camping, un camping en medio de la ciudad que está muy muy muy bien, es barato, y puedes dormir en tu coche o en tiendas que te ponen ellos, pero son tiendas con camas de verdad! Además tiene unas duchas al aire libre la mar de exóticas (no tienen techo), y una piscinita al lado del bar. Así que aunque era poco antes del mediodía nos fuimos un rato al camping a descansar ya que llevábamos prácticamente tres días seguidos sin dormir nada. Comimos el primero de una larga secuencia de almuerzos insípidos y abominables, y yo me eché un rato en la cama, aunque no duré mucho ya que al ser una tienda de campaña se calentaba muchísimo por el día.

Primer helado de las vacaciones, en Windhoek
Primer helado de las vacaciones, en Windhoek

Luego salimos a conocer Windhoek, algo que no habíamos planeado, pero ya que íbamos a estar atrapados aquí un día, pues aprovecharlo. A pesar de haber sido una excolonia alemana y luego británica, y de ser un país bastante turístico, en la zona central de la capital se ven muy poquitos blancos, y de hecho en algunas zonas daba la sensación de que los namibios no están muy acostumbrados a verlos. Estuvimos paseando por el centro viendo los escasísimos atractivos turísticos que tiene Windhoek, y después de visitar un infame mercado de artesanía en el que varios individuos de la tribu himba venden piezas de calidad y procedencia dudosa, fuimos a buscar un helado, para pegarnos algún tipo de placer después de los diversos incidentes de las últimas 24 horas.

En general, en Windhoek no hay nada, el mercado de artesanía de los himba es muy cutre, no tienen a los himba muy bien cuidados como podría ser esperable si no que les tienen apartados de forma casi marginal cubiertos con lonas de plástico azul y dando la sensación de que sólo están ahí por la pasta (que obviamente lo están, pero no tendrían por qué “dar la sensación de estarlo”). El último día descubrimos que había otro mercado que merecía más la pena, pero ya hablaré de él. Fuera de esto, es una ciudad fea, caótica, sin planificación y por lo que nos contaron, peligrosa.

Tiendas delux
Tiendas delux

En todo caso, teníamos que volver al camping ya que teníamos que planificar los días que no íbamos a estar en Botswana, porque 4 días más en Windhoek eran impensables. Allí, cerca del wifi, de la piscina, y de una cerveza Windhoek (pronunciado vindhuk), y después de probar un montón de opciones sin éxito, conseguimos alojamiento no demasiado caro en la reserva de Waterberg, una granja privada de unos alemanes que no tiene  mucha relevancia en las guías turisticas de Namibia, pero que pronto gozaríamos.

Pues tampoco se está tan mal
Pues tampoco se está tan mal

Se nos hizo de noche en la piscina, entre remojón, lectura, reserva, y cerveza, y decidimos salir a cenar al Joe’s Beer house, un tremendo garitazo en medio de la nada, obviamente pensado para turistas, pero que con todo era un goce. El sitio consistía de una gran explanada al aire libre con mesitas de paja, ambientación safari, y especializado en carnes de caza mayor, lo que en estos países llaman “game” (algo que descubrimos mucho después). Game significa algo así como “vida salvaje”, o sea todos los bichos que hay en el campo, pero en los restaurantes suele englobar generalmente a todos los derivados del antílope: springboks, kudus, impalas.. pero también cebras o ñus. Pues aquí básicamente tenían un plato con cada animal, aunque también tenían una cola absolutamente aberrante, y no habíamos reservado. Por primera vez en este viaje, tuvimos un golpe de suerte (buena), y nos propusieron sentarnos sin esperar la cola, si estábamos dispuestos a compartir mesa con otros dos que también lo estuvieran. Fue así, y nos sentaron con una pareja de suizos medianamente majetes (aunque con la manía que  les cogí cuando fui allí, tampoco les hice mucho caso). Lo mejor es que ellos estaban de vuelta del viaje, y nos contaron detalles interesantes, dónde ir, qué evitar, dónde quedarse más días de los previstos, y también nos dijeron que en general toda namibia se puede recorrer en un coche sin 4×4, que las carreteras están bien y sólo hay un punto en el que es obligatorio. Esto me alivió bastante, aunque luego se verá que no era exactamente cierto.

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El caso es que tras pincharnos un filete de kudu y otro de cebra, que están muy muy buenos, nos volvimos al camping a descansar de verdad. Al día siguiente había que salir pronto hacia Waterberg!

 

4 comentarios sobre “Namibia, capítulo 1: empezando con buen pie

  1. Pero qué infierno de entrada de viaje!!! Qué pandilla de mal nacidos. Te entra una sensación de impotencia…
    Menos mal que se son ve sonreír en las ultimas fotos ;)

  2. Que manera de joderte un viaje. Ya te deja mal sabor de boca para unos cuantos días.

    Menos mal que hay gente maja.

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