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Etiqueta: 2009

Diario de un calabacín en Islandia – Día 11: Laugavegur Transfer

Diario de un calabacín en Islandia – Día 11: Laugavegur Transfer

Amaneció Reykjavík. Tras una plácida noche en el Sunna Guesthouse, nos lanzamos temprano a comprar los últimos souvenirs por las calles importantes de Reykjavík. Bufandas, gorros, postales, pins, puffins de peluche, y la clásica sudadera “égg tala ekki islensku” (no hablo islandés), y sin mucho tiempo para gastar, fuimos a devolver el coche a la estación de autobuses. El tipo de la compañía no se presentó el muy huevón, (el mismo que nos había dado las llaves sin consultar quiénes…

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Diario de un calabacín en Islandia – Día 10: La conjura de los recios

Diario de un calabacín en Islandia – Día 10: La conjura de los recios

Amaneció en Akranes, ni antes ni más tarde de lo que podía esperarse de un amanecer tan vulgar. Hoy era el día. Como el día de las ballenas, pero más. Cuando hicimos el planning del viaje, hubo algo que quedó fuera: Landmannalaugar. Todo el mundo que va a Islandia va a Landmannalaugar, incluso hay gente que va a Islandia exclusivamente a verlo. Pero qué es Landmannalaugar? Todo el mundo había ido, pero nadie sabía explicar muy bien qué encanto podía…

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Diario de un calabacín en Islandia – Día 9: Viaje al centro de Snæfellsnes

Diario de un calabacín en Islandia – Día 9: Viaje al centro de Snæfellsnes

La amanecida cayó por la mañana. Hoy teníamos que dejar Bíldudalur, una lástima, con sus buenas gentes, su estupenda situación geográfica, y su terma. Íbamos al ferry que nos cruzaría a la península de Snæfellsnes. Si alguna vez queréis coger este ferry, reservadlo con antelación porque ya vimos gente quedarse en tierra. En cualquier caso, la mayoría de la gente hacía la ruta inversa. Al parecer, el recorrido estándar de la isla es en el sentido horario, como nos dijo…

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Diario de un calabacín en Islandia – Día 8: Los mil y un kilómetros

Diario de un calabacín en Islandia – Día 8: Los mil y un kilómetros

Amaneció sin avisar. Llevábamos ya casi 3000 kilómetros a nuestras espaldas, pero la ruta de hoy se las iba a traer. Iba a ser todo coche. El objetivo, llegar al extremo más occidental de los fiordos oeste, y ver un acantilado con puffins. Era un trayecto tremendamente largo, ya que había que bordear todos los fiordos que había de camino, en vez de ir en línea recta Además, había bastantes tramos de pista, por lo que se volvía más complejo…

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Diario de un calabacín en Islandia – Día 7: El corazón de los calabacines

Diario de un calabacín en Islandia – Día 7: El corazón de los calabacines

Durmiendo como troncos, fue difícil saber cuándo iba a amanecer. Pero no pudimos demorarnos demasiado, hoy teníamos un largo camino hasta Ósar. Siguiendo nuestra estrategia de coger albergues deslocalizados, porque eran los únicos en los que había sitio, esta noche tocaba Ósar, un albergue recomendado por la guía, que estaba al lado de absolutamente nada, y lejísimos de nuestro punto de partida. Iba a ser otra jornada de coche intensiva, pero teníamos tiempo para parar en algunos sitios de alto…

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Diario de un calabacín en Islandia – Día 6: Calabacín Dick

Diario de un calabacín en Islandia – Día 6: Calabacín Dick

La noche acabó cuando empezó a amanecer. Como diría Dexter “tonight’s the night”, pero en día. Hoy era el día. Íbamos a ver ballenitas, después de haberlas comido, y oído sobre ellas, por fin habría que verlas. Para ello, salimos pronto hacia Husavík (bahía de las casas o algo así), una bonita, y un poco hippy población en una bahía. Esta es la ciudad, a parte de Reykjavík, en teoría más adecuada para ver ballenas, tiene dos compañías que hacen…

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Diario de un calabacín en Islandia – Día 5: Cien kilómetros de soledad

Diario de un calabacín en Islandia – Día 5: Cien kilómetros de soledad

Amaneció, que no era poco. El quinto día era el día más temido y a la vez más apasionante. El objetivo era subir a Askja, uno de los volcanes más brutos de Islandia. En 1875 hizo erupción matando a buena parte de la población cercana, la nube de ceniza llegó hasta Suecia, y los residuos que produjo envenenaron la tierra provocando una hambruna que hizo emigrar a otra gran parte de la población. Pues allí íbamos. Al maldito cráter, por…

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Diario de un calabacín en Islandia – Día 4: El viejo y el calabacín

Diario de un calabacín en Islandia – Día 4: El viejo y el calabacín

Otro amanecer curioso, ya que antes de que amaneciera, todavía era de noche. El cuarto día de viaje prometía ser un día espectacular y tranquilo, viajando entre los fiordos del este de Islandia, desde Höfn hasta Seyðisfjörður. Partiendo de que no estábamos en Höfn, en Seyðisfjörður no había sitio para dormir, y el bueno de Guðjón nos había dicho que venía un frente de “shitty weather”, todas nuestras expectativas se tumbaron, para hacer frente a un largo día de coche,…

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Diario de un calabacín en Islandia – Día 3: Calabacín o los infortunios del Jeep Cherokee

Diario de un calabacín en Islandia – Día 3: Calabacín o los infortunios del Jeep Cherokee

Cuando amaneció descubrí que aún quedaban horas para que amaneciera de verdad. Escuché a los pájaros (que deben de andar afónicos, por tener que cantar en unos amaneceres tan largos) y volví a dormirme hasta las 6. Sin desayunar arrancamos hacia Skaftafell, donde nos esperaba una de las lenguas de Vatnajökull, el glaciar más grande de Europa, que cubre aproximadamente un 20% de la isla Al de pocos kilómetros descubrimos que se había activado el sensor de presión baja en…

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Diario de un calabacín en Islandia – Día 2: En busca del hostal perdido

Diario de un calabacín en Islandia – Día 2: En busca del hostal perdido

El amanecer no fue antes de la primera luz. Fue duro levantarse tras la noche en el Oliver, pero hoy esperaba un largo día de coche y había que hacer unas gestiones en el downtown antes de salir (como comprarse unos guantes y un gorro para el glacier hiking, y reservar el propio glacier hiking). Mientras unos iban a turismo a contratar la aventura glaciar, Sedanur, Bayuvík y yo, Calabacín, nos encargamos de recoger el Ford Escape que tanto llevábamos…

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