Nepal-Tibet. Capítulo 12: Durmiendo con los elefantes
No llegó a amanecer. Habíamos quedado con Dil Pahari a las 5 de la mañana! El día 12 era completo, ya que íbamos a ir a Chitwan y después a Pokhara, que están cada uno hacia un lado. Lo normal cuando se va a chitwan es hacer noche allí, pero nosotros, titanes, decidimos hacerlo todo en un día. Así que allí vino Dil con un driver que era más señor lobo que el propio dil, para llevarnos en furgoneta. El viaje a Chitwan se hace normalmente en autobús, pero Dil nos comió el tarro diciéndonos que las carreteras estaban muy peligrosas para hacer el viaje de noche y en autobús público. Además, eran 200 km y el viaje duraba 5 horas, así que podíamos hacernos una idea de lo duro que iba a ser. El nuevo driver probablemente dijo 6 palabras en las 5 horas. Era un tipo silencioso. Pero el viaje se llevó bien entre adivinanzas y el juego de las pelis. Finalmente sobre las 10 llegamos a Chitwan. Aún no lo he dicho, pero es el parque natural más chachi de Nepal, donde se ven elefantes, tigres, cocodrilos, monitos… De hecho según íbamos llegando ya veíamos diversos elefantes.
Nada más llegar nos dieron una habitación en un complejo y nos dieron de desayunar. Desayunos ligeros a base de té y arroz para nuestros delicados estómagos.
Y mucho antimosquitos pestilente y crema de factor 90. De allí fuimos a nuestra primera actividad, bajo un calor fatigante y una humedad asfixiante. Paseo en canoas.
Yo me lo había imaginado como un descenso por un río embravecido e iba un poco preocupado por llevar la cámara, pero al llegar allí descubrimos que era un paseíllo en una canoa de madera por una especie de manglar muy tranquilo en el que había cocodrilos. Era un poco preocupante ver a los cocodrilos por allí teniendo en cuenta la seguridad que ofrecía la barca. Íbamos tiesos como los juncos que había en la orilla, no fuera a volcar aquello.
El guía tampoco inspiraba demasiada confianza, pero era un tipo gracioso, cimbreante y siempre con unos prismáticos que nosotros nunca llegamos a catar.
Después de aquello estábamos tan petaos (sin hacer nada, pero por el calor), que fuimos al hotel de nuevo y descansamos hasta la hora de comer en un baño de sudor.
Después de comer nos llevaron al hito estrella, el paseo en elefante.
Normalmente se complementaba con un baño a los elefantes, pero al parecer el río estaba muy crecido como para bañarlos así que nos tuvimos que conformar con el paseo, que aunque suene a algo breve, duró dos horas y acabó con todos nosotros queriendo salir de las diminutas carcasas donde íbamos, ya que era agotador mantenerse allí. Una vez te montaban en elefante era curioso notar cómo respiraba, cómo se movía y cómo reaccionaba aquella mole.
Entonces guiaban al elefante por una serie de recovecos en la jungla y allí podían verse monos, rinocerontes, ciervos, y pájaros diversos. En teoría había tigres también, pero no hubo suerte. Había bastantes momentos en los que parecía que el elefante caería (al bajar a una charca, o al entrar en un lodazal profundo), pero siempre aguantaba.
En cada elefante íbamos 3 o 4. Por lo que comentó Xhabitse, el conductor de su elefante era muy hablador y les contó que bajó hasta la india a por el elefante y luego se subió en elefante a Nepal, ya que había algún tipo de vínculo entre ele lefante y su piloto, que lo era hasta su muerte. Por lo visto también cayeron unas cuantas fichas a una francesa que iba en la carcasa con ellos.
En general los elefantes fueron un poco bluff, y después de aquello partimos hacia Pokhara, la ciudad antiguamente hippy, ahora hiperturistizada de Nepal. Personalmente la ciudad que más me gustó. Llegamos de noche y no pudimos ver gran cosa; es difícil imaginarse andar por una ciudad sin ningún tipo de iluminación nocturna hasta que estás en una Parece que hay un apagón continuo. Es bastante siniestro y curioso pensar que hasta hace 120 años todo el mundo vivía así… El driver nos llevó diligentemente hasta el Butterfly Lodge, nuestro Asmita bed and breakfast de Pokhara, un sitio realmente recomendable, sobre todo por lo amable de los tipos de la recepción.
Cenamos en una terraza, un plato de pasta brutal y nos fuimos a dormir.