Diario de un calabacín en Islandia – Día 7: El corazón de los calabacines
Durmiendo como troncos, fue difícil saber cuándo iba a amanecer. Pero no pudimos demorarnos demasiado, hoy teníamos un largo camino hasta Ósar. Siguiendo nuestra estrategia de coger albergues deslocalizados, porque eran los únicos en los que había sitio, esta noche tocaba Ósar, un albergue recomendado por la guía, que estaba al lado de absolutamente nada, y lejísimos de nuestro punto de partida. Iba a ser otra jornada de coche intensiva, pero teníamos tiempo para parar en algunos sitios de alto interés.
Poco después de dejar Kopásker, intentamos visitar el cañón con forma de herradura Ásbyrgi, pero algo hicimos mal, ya que llegamos a su interior, pero no pudimos ver ni su forma ni su profundidad, de forma que continuamos.
El primer punto de interés era la cascada Godafoss, la cascada de los dioses. En teoría sus tres chorros son por tres de los dioses vikingos. En realidad, la cascada es bastante decepcionante. Después de Gulfoss, Selfoss y Dettifoss, esperábamos que algo de los dioses fuera más señorial. Pero bueno, supongo que eran un poco ateos por aquí.
Resultó que éste era uno de los puntos en los que más turistas habíamos visto, estaba petada de gente. Sin mucho más que ver, cogimos la primera desviación hacia nuestro segundo checkpoint, Akureyri. Sobre el mapa, había una carretera óptima, y un frakkastigur de carretera de montaña, como las opciones para llegar. Sobre el terreno, no fuimos capaces de encontrar la entrada a la carretera óptima, así que fuimos por la ruta frakkastigur. Inicialmente era un poco desmotivante, ya que nos iba a retrasar. Fue más desmotivante cuando vimos a lo lejos, circular en paralelo la pedazo de carretera por la que iban todos los coches y por la que en principio teníamos que haber ido. Sin embargo, no tardaríamos mucho en descubrir que nuestra carretera era la pro.
Como iba por encima del monte, teníamos unas vistas increíbles, que nunca habríamos tenido desde la encañonada carretera principal. Además, cuando nada podía mejorar las vistas, y el placer del viaje, nos encontramos con una de esas manadas de caballos salvajes que hay por toda Islandia, pero en medio de la carretera. Paramos inmediatamente para hacer fotos con cuidado, y descubrimos que como el resto de animales islandeses, eran muy dóciles, y se acercaban a nosotros, si no hacíamos demasiado el mono
Antes de continuar, Iñivegur se vio obligado a hacer un par de nuevos stunts en esta carretera perdida. A modo de miel en los labios, os dejo una foto para que os hagáis una idea de lo que aconteció después:
El vídeo podrá verse en el montaje final.
Seguimos nuestro camino hacia Akureyri, y tras un par de desvíos incorrectos, conseguimos llegar a la capital cultural de Islandia. Akureyri es una de las ciudades más acogedoras de las que hemos visto, la segunda en población del país.
Tiene unas calles bonitas, no demasiado grandes, muchas adoquinadas, con edificios nórdicos, y mucha gente. Por fin una ciudad con mucha gente! La verdad es que estaba muy animada, así que decidimos comer allí mismo en un banco cercano a la iglesia.
Akureyri es una ciudad chachi, y por lo visto llena de hippies, es lo que tiene ser la capital cultural. Así lo demostraban sus semáforos:ç
Al parecer algún artista decidió que los discos rojos de los semáforos eran demasiado agresivos y había que utilizar una simbología más amistosa. Para ello sustituyeron todos los discos rojos de los semáforos por corazones.
Un vistazo al reloj equivocado hizo que saliéramos precipitadamente de Akureyri, pensando que eran dos horas más. Cuando nos dimos cuenta de lo pronto que era, miramos en el mapa qué población podía tener más interés para visitar. No había muchas para elegir, así que fuimos a Sauðárkrókur, una minipoblación pesquera, desierta, como todas, en la que según nos bajamos, vimos a un tipo con una steady-cam… joder con el minipueblo! Que hacen películas y todo. Al final sólo era un documental sobre un edificio antiguo, éste:
Creo que ya sé de dónde sacaron el nombre y la estética de cierto videojuego.
Nos tomamos un refrigerio, y seguimos hacia Glaumbær, un museo de turf-houses, casas de césped, que resultó ser muy decepcionante, eran 4 casas con césped amarillo por encima (menos mal que no pagamos la entrada).
Aprovechamos un poco más la tarde para hacer alguna otra cosa divertida en el museo:
Continuamos la marcha hacia Ósar, donde llegamos inusualmente pronto. En la guía hablaban del simpático dueño, y no decepcionó. El tipo nos dijo todas las palabras que sabía en castellano, fue muy majo, y nos indicó dónde ver focas.
Bajando a una playa a 100 metros del hostal, había un brazo de mar, y en frente otra playa con una colonia de focas. Algunas de ellas se acercaban, aunque éstas sí que eran un poco tímidas.
Después de hacerles un buen reportaje, nos aventuramos playa abajo para ver unas rocas interesantes. Por el camino nos atacó un pájaro, probablemente porque estábamos demasiado cerca de su nido, pero no hubo que lamentar daños. Cuando estábamos lo más lejos posible del hostal, se puso a jarrear, al puro estilo islandés, de forma que llegamos calados al hostal.
Sin embargo el sitio era acogedor, calentito, forrado de madera, y fue muy agradable echar unas cartas allí mientras la ropa se secaba
Para acabar el día, Iñivegur se lanzó a lavar su apestosa toalla (a las 12 de la noche, menuda cola había), ya que era el primer sitio con lavadora que encontrábamos. El insensato de Carlosstadir metió más cosas a la vez… el resultado era de esperar, todo salió oliendo a rayos.
Y así acababa el día…
2 comentarios sobre “Diario de un calabacín en Islandia – Día 7: El corazón de los calabacines”
“…y un frakkastigur de carretera de montaña, como las opciones para llegar.”
Me perdí! Jajaja, la verdad es que suena a “fragging castigo” xD, me imagino la gravilla y los botes, pero al final os salió bien la historia, qué grandes los caballos de cabellos rubios!
Las dudas que me quedan al ver los estuntins es qué pasó con Iñigo… yo no le vi cuando estuve por Bilbao jejeje.
He buscado a ver si encontraba algo de lo de Baldur’s gate, y resulta que es la voz islandesa de Balder, uno de los hijos de Odín relacionado con la luz y la belleza (parece que pega bien con los corazoncitos jejeje).
Y por cierto, eres grande calabacín! Ya tengo ganas de ver qué dió de sí el octavo amanecer!
Frakkastigur=fracaso en islandés :P, traducción libre
Iñigo sigue vivo, no digo en qué estado, pero está vivo… :D bueno, se ha ido a la India así que igual ahora ya no… no sé…
Y sí, Baldur es el hijo de Odín, también lo miré yo, pero sorprendente lo de baldursgata :D
Esta tarde se publica la octava entrega!