Diario de un calabacín en Islandia – Día 8: Los mil y un kilómetros

Diario de un calabacín en Islandia – Día 8: Los mil y un kilómetros

Amaneció sin avisar. Llevábamos ya casi 3000 kilómetros a nuestras espaldas, pero la ruta de hoy se las iba a traer. Iba a ser todo coche. El objetivo, llegar al extremo más occidental de los fiordos oeste, y ver un acantilado con puffins.

Era un trayecto tremendamente largo, ya que había que bordear todos los fiordos que había de camino, en vez de ir en línea recta

Parecía poco pero era un trecho larguísimo
Parecía poco pero era un trecho larguísimo

Además, había bastantes tramos de pista, por lo que se volvía más complejo el tema. No hubo mucho que destacar en el viaje, ya que fue todo el día conducir, conducir, fiordo arriba, fiordo abajo. Hicimos una parada técnica para comer que duró menos que un cambio de neumáticos de fórmula 1. Es destacable que a estas alturas ya veíamos cascadas por el camino y ni parábamos… era la señal de que nos estábamos volviendo islandeses inmunes a las cascadas!

La frase que más se repetía era “Más vale que haya puffins en el sitio ese…” “más vale que los malditos puffins coman directamente de mi mano y se saquen fotos en mi hombro”

De camino a los puffins.
De camino a los puffins.

Llegamos a los acantilados donde supuestamente había puffins, a eso de las 8 de la tarde. Un día entero conduciendo! Estábamos en el punto más al oeste de Europa, y desde el parking no se veía ni un puffin. Se podía sentir la tensión y las miradas nerviosas… Pero ahí estaban, en el borde del acantilado, pocholísimos, totalmente dóciles, y con un andar divertidísimo. El viaje había merecido la pena, por ver a estos pajarillos tan majos.

Puffin, all the people puffin...
Puffin, all the people puffin...

Si se escucha atentamente la letra de esta canción, que nos acompañaba todo el viaje, ya que era una de las 30 canciones que llevamos a Islandia y se reproducían de forma constante, se puede observar que dice claramente “puffin, all the people puffin”, por mucho que las letritas digan otra cosa. O eso o nos acabamos volviendo locos.

One puff for just one dream...
One puff for just one dream...

Era increíble lo que se acercaban, no tenían miedo. Si te quedabas quieto se iban acercando poco a poco, y a veces alguno que subía volando del acantilado aterrizaba a menos de 10 cm. El reportaje que hicimos entre todos fue excepcionalmente extenso.

Parece que el negocio de la pizza más occidental no triunfó...
Parece que el negocio de la pizza más occidental no triunfó...

A parte de los puffins, los acantilados en sí también eran de interés, había puntos en los que había 400 metros de acantilado negro hacia abajo, lo cual es una salvajada. Pero como era muy tarde no hicimos el ‘tour acantilado’, y arrancamos para Bíldudalur, otro de los albergues remotos que habíamos encontrado.

Fiordos de camino a Bildudalur
Fiordos de camino a Bildudalur
Desnivel del 12%, uno de los normalitos. Luego había más burros, pero los pasajeros del coche iban con los arneses de seguridad y no podían hacer fotos
Desnivel del 12%, uno de los normalitos. Luego había más burros, pero los pasajeros del coche iban con los arneses de seguridad y no podían hacer fotos

Llegamos a Bíldudalur prácticamente en noche cerrada, bastante tarde. Otro micropueblo pesquero, con más barcos que casas. Temíamos encontrar la cocina del albergue cerrada, pero lejos de eso, nos encontramos gente cocinando, y una manda de spanish pipol bárbara. Había dos alicantinos cracks que se estaban recorriendo la isla en un C4!! El tipo había ido a pescar al fiordo por la mañana y se había vuelto con nosecuantos rodaballos. Al parecer los peces también son dóciles y se dejan pescar. Nos invitaron a un poco de rodaballo, y a una sopa que supo casi tan a gloria como la anterior del italiano en Askja. Nos la comimos directamente de la cazuela, al más puro estilo “Le llamaban Trinidad“, y con el mismo ansia.

Después llegaron otro grupo de spanish pipol, 8 ni más ni menos, encima de Bilbao, y encima algunos de ellos habían estudiado con Iñivegur.. joder menos mal que estábamos en un pueblo remoto…

El caso es que cenamos relativamente rápido, porque la amable hostalera, nos dijo al llegar:

-qué tenéis pensado hacer?

-…pues… cenar e ir a la cama…

-que sepáis que hay por aquí una terma natural muy chachi, que merece la pena visitar, mañana igual podéis ir

-estee…. [miradas… mañana nos teníamos que ir pronto…] y por la noche se puede ir?

-sí claro, es gratis y está siempre abierta, por la noche puede ser muy relajante…

[sedanur salivando, ojos desorbitados…]

Detalle de la jeta de Sedanur al oír el tema de la terma. Imagen de archivo
Detalle de la jeta de Sedanur al oír el tema de la terma. Imagen de archivo

Así que cenar rápido, todo lo rápido que se puede cuando tienes que cocinar en una cocina compartida con un montón de spanish pipol, y arrancar a la terma!

Llegamos a las 12 y media de la noche, ya estaba oscuro, y fuimos buscando entre los fiordos las señales indicadas: primero una cascada y luego una cabaña (con la única iluminación de las luces largas del coche y la luna). Por fin la encontramos, un pocito de arena en medio del fiordo. El agua estaba muy caliente, probablemente más de 40 grados, agobiaba quedarse más de 10 minutos, pero era extremadamente relajante. Al salir, daba igual la temperatura exterior porque el calor que había cogido el cuerpo daba de sobra para estar en bañador al aire sin tener frío.

La terma by night, con la censura exigida.
La terma by night, con la censura exigida.

Después de un buen rato en el agua, llegaron unos americanos a desfasar, anda que no estaba concurrida ni nada la maldita terma… y nos fuimos al hostal, que había que madrugar.

Nota de Calabacín: La crónica de la terma es una versión ultrarreducida de lo acontecido. Más info en el vídeo, o preguntando a los protagonistas.

En el próximo episodio..

-Yo no me subo en un avión! y deja de hablar con el calcetín, maldito loco…

-Me encanta que los planes salgan bien…

4 comentarios sobre “Diario de un calabacín en Islandia – Día 8: Los mil y un kilómetros

  1. Menudo viaje que os habeis pegado… ¡Que envidia!

    Con límite de placas tectónicas y volcancitos y roquitas chachis… Creo que yo y mi pico habríamos sido inmensamente felices en esa isla.
    (¡Los puffins también parecían muy majos!)

    ¡Impresionantes las fotos!

  2. Jajaja, all the people puffin! Sí que parecen chachis los bichejos, pero tengo ganas de ver el video para verles aletear graciosamente jejeje (no me he podido resistir y les he buscado en youtube xD).

    La frase de “más vale que los malditos puffins coman directamente de mi mano y se saquen fotos en mi hombro” me ha traido muchos recuerdos jejeje. Con tanta terma habéis tenido que volver hiper relajados!

    (Cómo vais a hacer lo del video? Será pase privado? Yo os hago alguna comidita para ganarme una entrada!).

    1. Lo mas divertido de los puffins es verles andar a saltitos… son superpocholos.

      El video aun esta en fase de preproduccion :D cuando lo tenga montado y demas intentare hacer un pase como el del año pasado.
      no hace falta sobornarnos, pero no podria resistirme a unas patatas a la riojana con mucha harissa, o cualquier delicia nipona.

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