Diario de un calabacín en Islandia – Día 7: El corazón de los calabacines
Durmiendo como troncos, fue difícil saber cuándo iba a amanecer. Pero no pudimos demorarnos demasiado, hoy teníamos un largo camino hasta Ósar. Siguiendo nuestra estrategia de coger albergues deslocalizados, porque eran los únicos en los que había sitio, esta noche tocaba Ósar, un albergue recomendado por la guía, que estaba al lado de absolutamente nada, y lejísimos de nuestro punto de partida. Iba a ser otra jornada de coche intensiva, pero teníamos tiempo para parar en algunos sitios de alto…