Diario de un calabacín en Islandia – Día 3: Calabacín o los infortunios del Jeep Cherokee

Diario de un calabacín en Islandia – Día 3: Calabacín o los infortunios del Jeep Cherokee

Cuando amaneció descubrí que aún quedaban horas para que amaneciera de verdad. Escuché a los pájaros (que deben de andar afónicos, por tener que cantar en unos amaneceres tan largos) y volví a dormirme hasta las 6. Sin desayunar arrancamos hacia Skaftafell, donde nos esperaba una de las lenguas de Vatnajökull, el glaciar más grande de Europa, que cubre aproximadamente un 20% de la isla

Vatnajökull es el gordo de la derecha
Vatnajökull es el gordo de la derecha

Al de pocos kilómetros descubrimos que se había activado el sensor de presión baja en un neumático. Mis compañeros desestimaron su importancia, pero un calabacín curtido en toda la gama de fallos que puede tener un coche no podía dejarlo pasar. Aunque Iñivegur se asomó peligrosamente para ver el estado de la rueda, y nos dio el OK, decidimos parar, para comprobar que efectivamente había pinchado. Síiii! Lo que nos faltaba. Maldito Cherokee.

¿La inflamos y nos la jugamos y seguimos, o la cambiamos?

Qué demonios! Vamos a cambiarla! ¿Quién dijo vacaciones de sol y playa!!?

Maldito Cherokee
Maldito Cherokee

Tras cambiar la rueda gracias a las skills adquiridas de Bayuvík, continuamos el camino con un recelo absoluto hacia el una y mil veces maldito Cherokee.

Por fin llegamos a Skaftafell, sin más problemas, y allí cogimos el minibús hacia el glaciar, donde nos guiaría el simpático Guðjón (nombre que jamás aprenderíamos a pronunciar, y que acabaría convirtiéndose en una especie de “guillaum”). Él tampoco aprendió a pronunciar nuestros nombres, por lo que acabaríamos siendo Red, Green, Blue, Grey and Zucchini.

Aunque nos dieron crampones, algo novedoso para todos nosotros, hubo una tensión absoluta pensando que nunca nos dejarían piolets. Sin embargo al llegar Guðjón tuvo la cortesía de darnos uno a cada uno, y explicarnos que no los íbamos a usar para nada salvo “to look cool in the photos”. Excelente, eso era exactamente lo que queríamos!

Aquí el ejemplo

Ice Axe Pawah
Ice Axe Pawah
Más Cool-looking
Más Cool-looking

Los piolets tienen un nombre mucho más chachi en inglés: hachas de hielo, mucho más vikingo, así que olvidaremos el afrancesado término a partir de ahora.

Así, comenzamos el acceso al glaciar, por una difícil pared, que sin embargo no fue problema para el grupo de alemanes que nos acompañaban, una familia con dos críos, que, por lo que dijeron debía de ser su cuarto glaciar esta semana.

Subiendo la cara norte (en realidad era un descenso)
Subiendo la cara norte (en realidad era un descenso)

La exploración del glaciar fue excitante, sin duda alguna en el top5 de actividades realizadas en Islandia, si es que no es la top1. Primero nos enseñaron a andar sin riesgos por el hielo. Luego cruzamos una cueva de hielo, pequeñita, pero espectacular, y teníamos que salir por nuestro propio pie.

Mighty Sedanur saliendo de la cueva como un héroe
Mighty Sedanur saliendo de la cueva como un héroe

Otros con menos éxito

Carlosstadir, fuet humano
Carlosstadir, fuet humano

Después iniciamos el ascenso entre el hielo, las enormes grietas azules sin fondo, las corrientes de agua glaciar “Pure icelandic water”, que bebimos a pelo de uno de los ríos, unos haciendo elegantes flexiones sobre el río, y otros apoyándose como perros callejeros (omitiré nombres, pero todos sabemos de quién hablo).

Grietas, montes de hielo, y al final la playa
Grietas, montes de hielo, y al final la playa

Un ascenso duro, sobre todo teniendo en cuenta que no habíamos cenado, habíamos dormido en el coche y en el suelo, y no habíamos desayunado, para después tener que cambiar una rueda del coche y llegar al glaciar.

Límite vertical. Foto no trucada. No intenten hacer esto en sus casas
Límite vertical. Foto no trucada. No intenten hacer esto en sus casas

Sin embargo las vistas eran impresionantes, tuvimos suerte con el tiempo. Se podía ver la montaña más alta de Islandia (2100 metros), Hvannadalshnjúkur (otro volcán). El guía nos explicó que en invierno todo esto se cubre por una capa de nieve tan gorda que puedes subir hasta la punta del volcán y bajar esquiando hasta la puerta del coche. Claro, el ascenso son más de 10 horas, y el descenso menos de 15 minutos, por no decir, que prácticamente todo el recorrido tiene que ser a la luz de la luna, los inviernos nórdicos es lo que tiene. Él lo había hecho varias veces. Era todo un vikingo.

El volcán en cuestión
El volcán en cuestión

Después de dos horas y media subiendo iniciamos un suave descenso en el que Carlosstadir puso a prueba el temple de Guðjón, acercándose demasiado a una grieta, y caminando sobre sus “toes, like a model” jajajajaja.

Bayuvík comenzó aquí la que sería su gran colección de piedras volcánicas, y con las que cargaría como tonto el resto del viaje.

Bajamos al campamento base, donde comimos, otra ración de pan rancio (curioso que rancio y ración sean anagramas), con embutido de calidad. De ahí fuimos, esta vez andando, por un precioso paseo montañil, a nuestra cuarta cascada: Svartifoss (cascada negra), curiosísima cascada en la que la presión en el terreno volcánico había producido unas columnas negras chulísimas que dan nombre a la cascada

Svartifoss, con sus columnas basálticas
Svartifoss, con sus columnas basálticas

Por supuesto Iñivegur tuvo que aventurarse a donde no debía, entre las afiladas y resbaladizas piedras. Sin embargo esto vino muy bien para poder apreciar la dimensión real de las columnas, que desde lejos parecían pequeñitas, pero no lo eran

Iñivegur jugándose el tipo
Iñivegur jugándose el tipo
Iñivegur con el tipo ya jugado
Iñivegur con el tipo ya jugado

Por la tarde recuperamos la Ring Road 1, y fuimos hasta Jökulsárlón, literalmente, “lago del río del glaciar”. Este es un lago a los pies de Vatnajökull, con montones de icebergs azules, gran profundidad y una alta salinidad que impide que se congele a pesar de sus bajas temperaturas. Normalmente suele haber focas, pero las pillamos en época de cría y se habían ido al mar.

Superpan cortesía de Carlosstadir
Superpan cortesía de Carlosstadir

Aquí cogimos un vehículo anfibio con una guía que pareció interesar a nuestros chicos más que el propio hielo

Vechículo anfibio, guía de fondo
Vechículo anfibio, guía de fondo.

Además, nos volvieron a dar a probar la pure icelandic water, a partir de un bloque de hielo cogido directamente de un iceberg. Agua de 5000 años de antigüedad! Muy rica y a la vez insípida.

Hielo azul, por la ausencia de aire en su interior
Hielo azul, por la ausencia de aire en su interior
Hielo, hielo, hielo
Hielo, hielo, hielo
Un refrescante baño
Un refrescante baño

Pero aún nos quedaba lo mejor del día. Nos las dábamos de listos, pensando que esa noche tendríamos alojamiento seguro en Höfn, cuando al llegar, problemas. Pero qué demonios? Teníamos una maldición o qué? Ayer en la calle, hoy pinchar el coche, llegamos al albergue y nos dicen que tenemos que esperar… Llegó el dueño del albergue y nos hizo ver el error. Maldición no, es que Alguien™, había rellenado mal la fecha de booking, para un mes antes… de modo que no había sitio para nosotros.

Alguien™ . Se mantiene privacidad
Alguien™ . Se mantiene privacidad

Así que a las 8 de la tarde nos pusimos a llamar a hostales como locos, otro día igual. Tras otro porrón de llamadas (el sur de Islandia debe de ser el lugar más fully booked del mundo), conseguimos que un albergue en Vagnsstadir, que estaba lleno, pero había un grupo que no se había presentado, se apiadara de nosotros. Eso sí, estaba a más de 100 km en dirección opuesta a la que íbamos, y eran las 9. A las 10 cerraban la cocina. Teníamos una hora para hacer más de 100 kilómetros por las carreteras islandesas. Cualquiera que piense en que es una tontería, que deje de pensar en una autopista… Apretamos todo lo que pudimos y llegamos justos a las 9.55. Una estricta islandesa nos exigió que cenáramos como islandeses, no como españoles. Nos dimos toda la prisa que pudimos, pero sus súplicas fueron totalmente inútiles, desde el momento en que el albergue estaba totalmente ocupado por españoles, que empezaron a hacerse sus cenas a las 11. Luego descubrimos que uno de esos grupos era al que le habíamos quitado la habitación, jojojo. Al parecer les dejaron algún cuchitril para dormir a regañadientes, así que tampoco pueden quejarse :D. Nosotros callados como putas.

Una cena gloriosa tras un día duro, pero bonito.

Esta es la cabaña que nos dieron

Cabañita en Vagnsstadir
Cabañita en Vagnsstadir

Y aquí, la imagen después de que nosotros llegáramos:

Habitación de Vagnsstadir, 30 segundos después de llegar.
Habitación de Vagnsstadir, 30 segundos después de llegar.

Por hoy, ya habíamos tenido bastante. Dormimos como osos polares.

En el próximo episodio…

-Well i guess we’ve…………………….. found our man……

-I before e…. except after c….

https://www.youtube.com/watch?v=HJSqkwyL1Zo


2 comentarios sobre “Diario de un calabacín en Islandia – Día 3: Calabacín o los infortunios del Jeep Cherokee

  1. Jajaja, qué grande! Alguien™ ha hecho realidad mi gran miedo de liarla parda con las fechas de una reserva jejeje, me alegro de que cundiese el espíritu islandés y se tomase todo con alegría y buen humor (luego ya salió a relucir el espíritu español para no revelar quién había rapiñado la habitación al otro grupo xD).

    Y muy grande también la terrible foto del límite vertical jajaja, una lástima que no lleváseis corbatas!

    Por cierto, luego a Iñivegur no le hace gracia, pero sigue siendo el primero con distancia en aquella porra que hicimos ya hace años jejeje.

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