Alemania y Austria capítulo 13: Knuckelsbach
El día 12 había sido demasiado tranquilo, así que el 13 teníamos que buscar algo más de actividad por la Selva Negra. Todavía no sabíamos muy bien qué podíamos hacer a nivel de trekkings o hikings, que la hacen tan famosa. Así que en primer lugar decidimos ir a Freiburg, que estaba bastante más al sur, pero es quizá la ciudad más importante de la región, y con una pasado histórico muy completo. El desayuno en la pensión Doris estuvo a la altura de los anteriores, con mucho embutido y cositas ricas. En seguida salimos hacia Friburgo.
El GPS no nos llevó por la autopista que recorre la Selva Negra de norte a sur, y tardamos un rato largo en llegar, pero finalmente, tras aparcar, estábamos en una agradable ciudad con un centro histórico completamente peatonal y muy agradable.
Recorrimos una de las calles principales hasta el ayuntamiento, y la oficina de turismo, donde Karl tuvo su tercer encuentro de la serie “Karl y los alemanes”. Preguntamos a la señora del infopoint qué cosas había para ver por Friburgo, pero también a dónde podíamos ir en la Selva Negra, y la buena mujer nos dio todo tipo de explicaciones detalladas de actividades, entre las que incluyó visitas a viñedos. Los vinos del Rhin son muy famosos, y aunque no era nuestro primary objective, Karl le espetó con desprecio “Tenemos vinos mejores en España”, que sonó claramente a “sí claro, ahora nos ponemos a perder el tiempo viendo vuestra chusta de viñedos”. Obviamente la tipa se quedó a cuadros, y ahí acabó nuestra visita al infopoint.
Empezamos entonces a hacer una ruta que venía predefinida en el mapa con los vista-points más relevantes. Había vista-points como lugares de nacimiento de señores, o similares, pero el gran hot-spot era la catedral, una de tantas catedrales góticas super famosas de Alemania. Además, a sus pies se extendía un gran mercado callejero que tenía productos muy curiosos de comida y de artesanía.
Al final del recorrido acabamos de nuevo en el ayuntamiento (Rathaus, la casa de las ratas, en alemán :D (no, en realidad Rat creo que es consejo o algo así)). Y ahí empezamos a darnos un garbeo de shopping y a buscar algún sitio para comer.
Terminamos dando con La Cicogna, un agradable restaurante italiano que hace esquina con una terracita cerca de una de las puertas de la ciudad vieja. Allí nos hincamos unas pizzas con hierbas encima y unos platos de pasta, mientras las moscas nos devoraban.
Con las panzas llenas la cosa cambiaba, y salimos a ver más tienditas molonas de Friburgo, y si se terciaba tomar una cerveza. Terminó no terciándose, y cuando nos dio media tarde salimos de nuevo hacia el norte, con la intención de ver Gengenbach, uno de los pueblos más recomendados de la Selva Negra, que estaba justo al lado de Ohlsbach, pero aún no habíamos podido ver.
Gengebach es un pueblito que parece sacado de un cuento. Todas las casas son bonitas con sus vigas y sus ventanas con contraventanas de colores. El centro está completamente adoquinado, prácticamente sin coches, pero con alegres alemanes en bici, muchas flores, y letreros con tipografía gótica. Hasta el parking donde dejamos el coche, que estaba fuera del centro urbano, era bonito.
Estuvimos dando un paseíllo por todas las calles cercanas al centro, y al final acabamos sentados en una terraza con una buena birra y unas partidas de 2048.
Y una hilarante postal que escribió Iñigenstein con un gráfico incluido.
Cuando empezó a caer la tarde, arrancamos hacia la pensión Doris, ya que teníamos que pasar antes por un supermercado a por la cena, y ya sabemos cómo las gastan los alemanes con los horarios.
Como había dejado de llover, pudimos hacer una buena cena en la terraza de la pensión, con nuestros bocatas de cutrechorizo y el vecino árabe que estaba siempre fumando en la terraza y daba un poco mal rollo.
Aunque KArl tb se las daba de malote.
Después de unas partidas, nos fuimos a la cama. Al día siguiente tocaba ver la ciudad de los mil relojes de cuco.
4 comentarios sobre “Alemania y Austria capítulo 13: Knuckelsbach”
Me había olvidado del momento viñedo,jajaja. Maldito Karl :)
La postal de Iñigeinstein dio para unas risas pinta en mano. El pueblecito era muy chulo…
muy mofas el “tus vinos son basura”
Unas fotos cojonudas Bayu.
No recordaba ni una de las situaciones comentadas, por lo que tampoco serían para tanto.
Más que malote parezco tetrapléjico. Pero la terracita para cenar era la ostia.
siempre hay que exagerar un poco las cosas para la narrativa :D