Jordania, capítulo 7: Aqabados

Jordania, capítulo 7: Aqabados

No pasaban de las 6 de la mañana cuando una vocecilla empezó a colarse entre los sueños. De esto que estas dormido y no sabes muy bien si estás soñando con ese sonido, o el sonido está en el exterior y te está despertando. La vocecilla decía “brekfas ridiiii! brekfaaas riidiiiiii!”

Era Boris el Navaja, que había madrugado bastante para prepararnos el desayuno, y ahora nos daba la murga para que fuéramos a desayunar. La humedad de la tienda era considerable, sobre todo teniendo en cuenta que estábamos en el desierto. Habíamos dormido bien, pero poco, así que esperaba un día duro.

Todos nos preguntábamos cómo sería desayunar en el desierto. Pronto descubrimos la dura realidad: Pan de pita!

Mariyah, bastante Aqabada por las escasas horas de sueño.

No tardamos mucho en arrancar de vuelta a Rum, ya que parece que los guías tenían prisa por devolvernos a nuestros coches para empezar una nueva jornada.

Agur, Wadi Rum

Desde Rum recuperamos la carretera del desierto para dirigirnos a Aqaba. Aqaba es la ciudad más meridional de Jordania, justo en la frontera con Arabia Saudí y la única que toca el mar (pero el mar de verdad, no el lago salado que es el mar muerto). En este caso el Mar Rojo. Es conocida por el submarinismo entre corales y por ser la ciudad de perfil más turístico (aunque evidentemente Wadi Musa es mucho más turística).

Se tarda menos de dos horas en llegar desde Wadi Rum a Aqaba y nos encontramos una ciudad bastante más pequeña de lo esperado, y un poco estilo turismo barato rollo Benidorm.. hoteles que eran altas torres, un paso marítimo extenso, muchos coches y mucho mucho turismo local. El calor era abrasador, y más húmedo que en otros sitios. Como no teníamos hotel nos pusimos a buscar uno que la guía no pusiera demasiado mal.

Aqaba desde el Moon Beach

Así llegamos al Moon Beach hotel, situado en lo que ya empezaba a ser zona un poco marginal de la ciudad, lejos de los lujos del Marriott, Movenpick y similares que había en el centro y alrededores de la mezquita.

En la guía decía que era un hotel cutre pero cómodo y agradable. Yo creo que me quedo con lo primero, y gracias. La bañera tenía un agujero, el interiorismo del hotel eran acabados en plástico (pero no del bonito, si no plástico barraquero) y la cama era absolutamente infame. Además las habitaciones “con vistas al mar”, daban al mar, pero también daban a una plaza de tierra en la que había toda suerte de vendedores ambulantes de comida para llevar, gente haciendo trompos con motos, etc… La zona era considerablemente mala.

El mar rojo es bastante azul

En cualquier caso, como no teníamos mucho más que hacer, y a pesar del sueño que teníamos, decidimos salir hacia alguno de los resorts en los que se podía hacer submarinismo, para aprovechar lo bueno de Aqaba. Había varios recomendados pero también tenían unos precios elevados, así que fuimos al Royal Diving Center, que por el nombre suena a que es un centro público, pero no tenía esa pinta. Sin embargo sí era el más barato, unos 15 jordanos por persona por entrar.

El Royal Diving Center estaba junto a una base naval (intuimos que la única de Jordania, ya que no tiene más salidas al mar), y de hecho había que atravesar varias instalaciones del ejército, controles incluidos, para llegar al sitio, y desde las hamacas se veía constantemente un portaaviones en el que había varios helicópteros haciendo maniobras, así como unas lanchas y barcos pequeños moviéndose constantemente. Estábamos a 5 km de Arabia Saudí y a 200 mts de un portaaviones de la Royal Navy. El sitio en cuestión era bastante cutre; aunque las instalaciones cumplían, la piscina por ejemplo, tenía el agua bastante sucia, y de fondo sonaba constantemente una música horrible que venía de los bares. Tecno barato occidental… si al menos hubieran puesto música local.. La playa era estrechita y estaba bien dotada de sombrillas y hamacas, rápidamente nos hicimos con una. Pero al estar el coral junto a la playa, no se podía entrar directamente al agua por la playa, tenías que ir hasta el malecón.

Fuimos a ver cuánto costaban los equipos de submarinismo, al final es a lo que habíamos venido, pero el precio con bombonas, neoprenos, etc, subía a 65 jordanos por 6 metros de inmersión, y 90 por 12 metros!!! 90 JORDANOS!!! Locura!!! No creo que sea tan caro ni aquí…

Así que nos decantamos por un sencillo kit de snorkel, por 15 jordanos más.

Poco había que hacer por allí salvo tumbarse a la bartola (al fondo a la izquierda se ve el portaaviones)

Echamos el día en las tumbonas del resort, entre algunos baños snorkeleando en las frías aguas del mar Rojo, y una comida mediocre en el restaurante local. A media tarde íbamos a darnos un último baño, pero había una plaga de medusas brutal que nos impidió entrar en el agua.

Salimos hacia el Moon Beach hotel y tras ducharnos en aquellas duchas infectas, nos fuimos a recorrer Aqaba, con un calor todavía abrasador. La playa de la ciudad estaba a reventar de gente, había camellos, burros, todo tipo de animales pequeños, gente con su sisha, y la orilla llena de gente bañándose con ropa. Aqaba era el Benidorm de los jordanos. Prácticamente no había turismo foráneo, pero los jordanos que tenían un poco de dinero venían a esta ciudad a su atestada playa y sus alborotadas calles.

La gran mezquita de Aqaba es uno de los sitios más chulos de la ciudad

Como Aqaba no tenía mucho que ofrecer, tras visitar algunas tiendas de recuerdos y comprar té del desierto para todos, fuimos a cenar a un restaurante recomendado por la guía, en el que cenamos realmente bien, a base de taboule y sish. Allí vimos a Tatsuya, que probablemente estaba tan decepcionado como nosotros. Después de una sisha nocturna en una terraza nos dirigimos de nuevo al hotel.

Parecía que iba a ser fácil dormir, después del cansancio del día anterior, pero nos equivocábamos. La plaza de tierra que había bajo nuestra ventana era un hervidero de gente. Primero pusieron un capítulo de madmen en algún tipo de tele que estaba conectado a bafles, y que oía todo el vecindario. Después unos tipos entraron en quads a hacer trompos. También hubo niños llorando, madres gritando y todo tipo de ruidos que son habituales de barriadas. El ruido duró hasta altas horas de la noche, por lo que fue bastante complicado dormir. Sin embargo al día siguiente no teníamos mucho que hacer (salvo huir de Aqaba), por lo que aprovechamos la mañana para dormir.

2 comentarios sobre “Jordania, capítulo 7: Aqabados

  1. Molan los pantalones de María.

    ¿No hay fotos go-pro del fondo marino? Con lo que llevaba esparandolas ….

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