Noruega, Capítulo 8: la escalera de los trolls

Noruega, Capítulo 8: la escalera de los trolls

Los días de turisteo por el sur de Noruega acababan hoy. La paliza de coche para subir a Lofoten empezaba hoy mismo, aunque con tranquilidad, nos esperaban 3 largos días de conducción intensiva. No nos levantamos demasiado pronto sin embargo. Las cabañas de Geiranger invitaban a dormir.

Geiranger y su fiordo

Antes de coger el ferry que nos llevaría por el fiordo más famoso de Noruega, subimos el superpuerto que habíamos bajado la noche anterior, ya que Karlstad había leído que había una cascada en alguna parte de ese puerto. La realidad era que si había una cascada no estaba en un lugar accesible, o no lo encontramos, pero en cualquier caso las vista de la ciudad con el fiordo a sus pies eran impresionantes.

trazas de la supuesta cascada :S

No tardamos mucho en volver a bajar el puerto para ir a por el ferry de Geiranger. El fiordo de Geiranger es en efecto espectacular, pero desde dentro del propio fiordo es muy parecido a otros fiordos vistos antes, así que por el frío que hacía, que era considerable, Iñigorg y yo nos pasamos casi todo el tiempo dentro del barco. Xåbi y Karlstad estuvieron como titanes en la cubierta peleándose con los chinos diversos y con las señoras (hasta en Noruega hay señoras!)

feed the birds, tuppence a bag...

El recorrido acabó hacia medio día, y emprendimos el camino hasta el que sería nuestro último checkpoint del día, y por ende, de la región sur de Noruega. Se trataba de la escalera de los trolls, Trollstigen, una carretera serpenteante que baja de una montaña hacia un gran valle, y que se ha usado en incontables anuncios y pruebas de coches. Trollstigen no estaba demasiado lejos. Además, había que cruzar un fiordo en ferry por lo que era un buen momento para darle al awful chorizo e ir ya comidos.  Nada más salir de Geiranger tuvimos que subir otro empinadísimo puerto que nos ofreció unas vistas bastante impresionantes del fiordo, de las que Karlstad no pudo evitar echar unas panorámicas.

Geiranger desde el otro lado

Superpan de Karlstad

En lo alto del puerto, todo volvía a ser como Islandia, rocas, paisaje árido, y nada de vegetación, lagos de los deshielos y glaciares.

La parte alta, mucha visibilidad

No tardamos mucho en llegar hasta la parte alta de Trollstigen, con una lluvia intensa y una niebla que no dejaba ver casi nada. Salí del coche y monté mi GoPro en el parabrisas, y he aquí el supervídeo que salió de la bajada de Trollstigen:

Ah no! que olvidé ponerla a grabar y me di cuenta cuando estábamos abajo! :D. La verdad es que una vez pasado tampoco fue para tanto, cualquier puerto de montaña un poco escarpado tiene cuestas y curvas como esas, lo más impresionante era el valle y tampoco se veía mucho. DE hecho, el puerto de bajada a Geiranger era mucho más abrupto y digno de una grabación con GoPro.

la bajada de trollstigen
La escalera de los trolls
entre la niebla


bajada empinada

Al llegar abajo, las nubes se quedaron atrás y vimos el esplendor del valle. Ahí más o menos fue cuando nos dimos cuenta de que no teníamos albergue para esa noche. Así que empezó la búsqueda de alojamiento para esa noche, que tenía que estar de camino a Dombås. Al buscarlo en un mapa se ve que está bastante desviado al este respecto a nuestro objetivo norteño de Lofoten, pero es que a petición de Xåbi íbamos a hacer un pequeño detour para visitar Røros, un pueblo minero que se alejaba bastante de nuestros destinos…

Desde Trollstigen hasta Dombås había unos 220 km, los cuales dan bastante de sí para buscar un alojamiento, aunque por ser tan turística la zona estaba mucho más complicada de lo que pensábamos. Teníamos un firme candidato “Kirketeigen”, en Kvam. Kirketeigen figuraba en nuestra guía de campings como “camping cristiano”, una cosa un poco rara… En cualquier caso, fuimos entrando en los campings que veíamos de camino por si había sitio, pero todos estaban hasta arriba.

Trollstigen atrás, en busca del camping

La cosa empezaba a ser un poco agobiante y nos veíamos durmiendo en el coche como en Islandia, sólo que aquí el clima era un poco más duro. Llegamos a Kvam y entramos de cabeza en Kirketeigen.

Al entrar nos dimos cuenta de qué era eso de “camping cristiano” (a parte de que Kirke sea iglesia en noruego). El camping era en efecto un centro de culto cristiano con un montón de cruces, capillas, etc, pero lo más llamativo es que estaba regentado por moteros cristianos, y en ese momento había una superconcentración de moteros cristianos. Cientos de motos, tipos con el pelo largo, cuero y cruces y cristos tatuados por todas partes. El tipo que nos atendió, que se parecía un poco a Hulk hogan nos dijo que por la concentración, estaba lleno y nos podía dejar un cuarto de utillajes para dormir en el suelo :D

Evidentemente pasamos en moto, nunca peor dicho, ya que éramos los únicos 4 pringados en coche, rodeados de motos, moteros, gente vendiendo biblias y gente rezando, todos ellos enfundados en cuero. Nadie se atrevió a sacar un foto, ya que  a pesar del entorno cristiano, y pacífico, su aspecto intimida a los legos como nosotros.

Seguimos nuestra búsqueda de camping cada vez más a la desesperada, siendo rechazados en unos cuantos más, hasta que por fin llegamos a Vinstra, el último pueblo medianamente grande (más de 50 personas viviendo) que quedaba por la zona. Allí encontramos el camping de Sjoa, que nos ofreció una cabaña por tan solo 180 NOK, unos 23 euros…

Claro, así era. La cabaña era sin duda la peor de todas las del viaje, un agujero infecto, para los estándares de Noruega, con camas llenas de polvo y una nevera que tuvimos que desenchufar por que hacía demasiado ruido. Aun así, fue gratificante saber que no teníamos que pasar la noche al raso. No tardó mucho en anochecer, por lo que nos fuimos al salón de televisión (en este camping no había tele en la cabaña), donde un nuevo peliculón nos esperaba: Cocktail.

Fuera caía el chaparrón de la década. Tras el chorizazo de rigor, y media peli de Cocktail, nos fuimos a la cama, esperando un día duro de camino a Røros

2 comentarios sobre “Noruega, Capítulo 8: la escalera de los trolls

  1. Este fue el día en el que empezaron los peliculones. Recordaremos el viaje no por los paisajes sino por las horas de pelis que nos chupamos. Aunque tengamos pendiente alguna. ; )

    Hay que volver a sacar más “fotos niebla” que estas me han motivado otra vez.

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