Nepal y Tibet. Capítulo 9: Qomolangma

Nepal y Tibet. Capítulo 9: Qomolangma

El noveno día era el día del Everest. Qomolangma. Amanecimos congelados. Dentro de la tienda había 7 grados, y casi un 100% de humedad. El frío había atravesado incluso las pieles de Yak, y era mejor no haberse movido durante la noche. La noche sin embargo había sido movida. Casi todos se levantaron para ir al “baño”. No quiero ni imaginar cómo fue ir a las 4 de la mañana a esa letrina infecta y después intentar recuperar el calor. A las 7 Tenzin nos despertó. Claro, él había dormido en la furgoneta!! dioss! qué casta!
Nos vestimos rápidamente, porque la noticia había corrido por todo el campo base: Se veía el Everest. Teníamos una mañana clara y despejada. Atropelladamente desayunamos para ir hasta el último punto, el campo base donde acampan las expediciones. Estaba 4 km, pero para qué andar, había autobuses! :D
Así que nos montamos en el autobús, rodeados de chinos, y nos lanzamos a hacer fotos en el Everest. Teníamos una media hora para disfrutarlo, luego había que emprender el largo camino de vuelta. El everest se alzaba imponente,quizá algo menos de lo esperado,ya que al estar a 5000 metros era como ver una montaña de 3000 y pico. Además, desde el campo base hasta la cima hay 80km. Uno se puede hacer una idea de lo a desmano que pilla el campo 2. A 5350 metros hicimos el mono todo lo que nos permitió la altitud; aún estando aclimatando, se notaban los metros extra.

Everest
El salto a 5350 te hace llegar más alto
Y es agotador
Ahí estuvimos!
La piedra ha hablado
La típica postal
Rápido, hay que volver!

Después Tenzin nos apremio a salir de allí, ya que quedaba un largo camino por recorrer.

En el primer nivel del infierno hay yaks.

La última etapa de carretera hasta el everest había sido bastante dura, con un camino de cabras que se las traía. Quizá por esto cuando nos dijeron para coger un atajo, estuvimos de acuerdo y nos alegamos…. cómo pudimos ser tan jóvenes!! Y pringaos.

TEnzin y el Driver se mofan, sabiendo que nosotros no sabemos lo que nos espera
El río bajaba con fuerza, siendo uno de los afluentes del río Everest
El camino, cada vez peor

El atajo, inicialmente un bucólico paseo junto al río y los yaks pastando en enormes praderas no tardó en convertirse el trayecto del averno. Poco a poco el sendero se transformaba en terreno ondulado, que hacía a la Hiace botar como nunca. Las cuestas repentinas hacían a la furgoneta quedarse parada y teníamos que bajar todos (menos Tse-dhano), a empujar.

¿Dónde está Tse-Dhano? Ah! que va dentro!
Un niño corre a nuestro lado para vendernos algo chipachipa

Al discurrir entre montes, el agua de deshielo estaba constantemente cayendo por las laderas, y pasábamos charcos cada vez mayores. Finalmente, vimos a lo lejos dos toyota landcruiser atascados en unas superpozas de barro. 2 LANDCRUISER!!! y nosotros teníamos que pasar por ahí con la hiace, que ni si quiera era 4WD! ASí que Tenzin llamó la atención de los drivers de los landcruisers (cuando consiguieron pasar, ya que estuvieron un rato rellenando los charcos con piedras, porque aquello no subía). Los landcruiser esperaron a que nuestro driver se lanzara a cruzar, “por si acaso” se quedaba atascado (todos sabíamos que iba a quedarse ahí!). Y fuimos jodidamente afortunados de encontrarnos unos jeeps, ya que NADIE iba por esa ruta infernal.

En efecto la hiace se quedó atascada en el barro y tuvieron que remolcarla para sacarla:

En el primer intento, la cadena se rompió

Seguimos el viaje un poco preocupados porque según Tenzin no habíamos llegado ni a la mitad, y llevábamos toda la mañana. Un poco más adelante la cosa se volvió más punk cuando empezamos a subir literalmente, por el lecho del río. Uno de los pequeños afluentes del río Everest, tenía su lecho en el camino, durante varias centenas de metros.. Y nosotros nos metimos por ahí! cuesta arriba, sobre cantos rodados y con el agua en contra!

Un poco más tarde, en un vado de profundidad indeterminada, el driver apretó a fondo para poder pasarlo sin quedarnos atascados. Se oyó un fuerte ruido al entrar en el vado, pero seguimos adelante. Miré atrás: la rueda de repuesto se había quedado allí… Así que tuvimos que parar a montarla de nuevo.

TEnzin y el Driver van a salvar a la rueda

El viaje continuó con varios sobresaltos más, incluida una nueva liada en el barro, en el que nos volvimos a quedar atascados, y volvimos a ser los tipos más afortunados del mundo, ya que justo pasaba otro jeep, que nos volvió a sacar. La diferencia con éste, fue que el driver ser sintió con confianza de pasarlo, así que antes de quedarse atascado nos impidió salir, cogió carrerilla y afrontó el charco de barro a gran velocidad… pero fue igualmente absurdo. El driver del jeep nos echó una buena bronca por insensatos.

Desde aquí, y al margen de la dureza del camino, todo fue bastante bien. DE hecho, bajamos a lo que era el lecho de un inmenso río, que ahora estaba completamente vacío, por lo que circulábamos por una especie de desierto de piedras, que no eran tan incómodas como otras partes del camino.

DEsierto pedregoso, sin ningún tipo de camino

Pero al final de esta ruta, cuando estábamos exhaustos, empezamos a subir de nuevo, con la diferencia de que esta vez era por unas montañas que tenían a un lado abismo, y al otro pared. El abismo era bastante alto, y la carretera, inexplicablemente, se inclinaba hacia el lado del abismo. Al principio Tenzin se reía, pero en algunos puntos ya tuvimos que echar todo nuestro peso al otro lado de la furgoneta, y a Tenzin se le veía agarrado con bastante fuerza al asidero superior. En este momento hubo bastante tensión y no comprendemos aún cómo la furgoneta mantuvo la verticalidad.

Agotados, hambrientos y con la moral por los suelos, tras el viaje

DEspués de este pequeño infierno paramos a comer en un pueblo sucio y pequeño. Nada más terminar de comer, salimos disparados hacia Nyalam, donde haríamos nuestra última noche de Tibet.

Haciendo té con energías renovables

Al coger la carretera, parecía que habíamos viajado al maldito paraíso. Hicimos nuestra última parada en un paso de montaña que estaba entre el Shisha Pangma y  el Cho Oyu. Podría haber sido un paso espectacular, pero los montes estaban completamente cubiertos, y nosotros completamente cansados.

 

El Shisha Pangma a lo lejos, cubierto por nubes

Seguimos hasta Nyalam, que fue, con mucho, el pueblo más feo (con el hostal más horrible), donde nos alojamos. Allí tomamos unas birras y no tardamos en volver a la cama, ya que mañana tocaba madrugar para volver a Nepal.

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