Diario de un calabacín en Islandia – Día 8: Los mil y un kilómetros
Amaneció sin avisar. Llevábamos ya casi 3000 kilómetros a nuestras espaldas, pero la ruta de hoy se las iba a traer. Iba a ser todo coche. El objetivo, llegar al extremo más occidental de los fiordos oeste, y ver un acantilado con puffins. Era un trayecto tremendamente largo, ya que había que bordear todos los fiordos que había de camino, en vez de ir en línea recta Además, había bastantes tramos de pista, por lo que se volvía más complejo…