Austria y Alemania, capítulo 8: Knuckels, mentiras y poses de Facebook
La amanecida en Innsbruck reveló caras de sueño tras otra noche de intensos ronquidos del duque. Hoy teníamos un día durísimo por delante. Era extremo. Íbamos a subir a 3200 metros. Con nuestra escasa preparación. Iba a ser un ascenso muy muy difícil, con crampones. Ni más ni menos que a la cima más alta del Tirol. Por suerte para nosotros, esto sólo era cierto en parte. Es cierto que íbamos a subir a lo más alto del Tirol, pero…