Calabacín en Caledonia, capítulo 3: El puñal del lago Ness
Salimos prontito de Inverness hacia el sur para ver al monstruo del Lago Ness, que parece que le gusta salir por las mañanas. Aunque habíamos visto algún montruo más llamativo (ocupando él solo, sentado, un sofá de tres plazas) en el hostel de Inverness. Había mucha más gente peculiar, como un señor muy mayor al que habíamos visto varias veces a varias horas y siempre estaba vestido con traje, descalzo, y comiendo cosas muy raras. Pero en fin, Nessy llamaba, y nos piramos de aquel sitio.
El lago Ness, per se, es un poco decepcionante. Es un lago sin más, largo, pero que no tiene un gran paisaje, ni una quietud llamativa, ni un monstruo. Cualquier lago cutreibol de los Alpes es mucho más chachi. Pero lo que no tienen en los Alpes es una historia de conflictos, guerras entre clanes, guerras con los malditos ingleses y tradición militar exaltada (bueno eso igual sí). Otra de las guerras que surgió en el Lago Ness fue la guerra de la puñalada en el pulmón, de la que se verán algunas referencias de poca importancia en esta narración. Surgió cuando Unaigh amenazó con apuñalar el pulmón de Iñigoch, y la escalada de amenazas mutuas fue creciendo insosteniblemente a lo largo del viaje. (“Iñi, que te apuñalo el pulmón” – “unai, que te perforo la pleura!”)
Así que después de parar en un par de vista points que supuestamente iban a estar concurridísimos y por eso habíamos salido tan pronto, y en los que finalmente no había ni claus, tiramos un poco más al sur hacia el Urquhart Castle, una fortificación en ruinas a orillas del lago que ofrece unas vistas bastante impresionantes, y a la que fuimos prontísimo para que no estuviera muy lleno de turistas. Fuimos tan pronto que no habían abierto, ya que formaba parte de un recinto cerrado y de pago claro.
Ya dentro se podía ver un trabuquete aún bien conservado y las pelotas de piedra que usaban para reventar castillos como ese, y las ruinas que quedaban, que estaban medio conservadas. Era una visita similar a las del día anterior, pero sin habitaciones de duques ni cocinas llenas de pucheros de cobre. Aquí sólo quedaban piedras.
Unas piedras bonitas, though, con buenas vistas del lago y de la pedazo de nube de lluvia que venía desde el norte dispuesta a calarnos.
Y así fue, la nube llegó, y nos caló a nosotros y a otro montón de turistas que tiramos a todo correr hacia el centro de interpretación, donde tenían un minicine y nos metimos a ver un vídeo de 15 minutos sobre el castillo en el que además de la historia, una vez más sembrada de guerras con los ingleses y cambios de manos, te contaban de nuevo el glorioso pasado militar de los escoceses, con sus clanes y sus blablabla. Uno empieza a darse cuenta de por qué los escoceses forman una de las alas del ejército británico más temibles.
Al salir de allí tiramos hacia Fort Augustus, que contra lo que parecía indicar su nombre, no era un fuerte, si no una pequeña ciudad. Entiendo que en algún momento habría sido un fuerte, pero en este momento era una turística población en el extremo sur del Lago Ness, y por la que pasaba el río Ness, que alimentaba el lago (y acababa atravesando Inverness). Lo más curioso de Fort Augustus, muy a pesar de sus embarcaderos y zona lacustre, era el llamativo sistema de cinco esclusas con las que barcos de buena dimensión podían bajar del río, que estaba elevado, al lago. Probablemente en algún momento aquí hubo una cascada, ya que el río discurre varios metros más alto que el lago; pero los fortaugustenses habían construido unas llamativas esclusas como las del canal de Panamá para pasar barcos, y pudimos verlas funcionar y como lujosos veleros empezaban con los camarotes a la altura de nuestra nariz y de pronto se hundían para poder pasar hacia la siguiente esclusa.
Después de comer en un garito infecto (toda la comida era bastante británica por todas partes, por lo que para un día que no comíamos jamón…) salimos hacia la isla de Skye, donde pasaríamos los siguientes días.
Pero antes pararíamos en el castillo que salía en la peli de la Trampa y también en el mundo nunca es suficiente, donde el Mi6 tenía su “base escocesa” o qué se yo. Pelis de Bond con Brosnan, esa aberración. Se trataba del castillo de Eilean Donan, y estaba emplazado a orillas de un profundo fiordo por el que se podría navegar hacia el Atlántico y las Hébridas. Este castillo es básicamente como los anteriores que vimos, pero mucho más espectacular, no sólo por dónde está ubicado, si no por cómo está decorado, por las estancias que se pueden visitar, que son más y con más funciones (entre ellas salas de planificación militar), con pasadizos, y agujeros en paredes que permiten espiar reuniones en salas aledañas; además, en él tuvieron lugar muchas reuniones militares entre clanes que están de alguna manera representadas y son muy llamativas. Sin duda uno de los castillos más espectaculares que visitamos en todo el viaje.
Cuando salimos de Eilean Donan tiramos hacia Skye, que estaba a tiro de piedra, y sólo nos suponía cruzar un curioso puente muy empinado que une la isla con lo que ellos llaman “main land”, que no es otra cosa que otra isla más gorda, aunque eso de main land suene a continente.
Allí nos alojamos en un hostel con “encanto” en el pueblo de Kyleakin. Dormir en Skye es como norma general muyyyyy caro. No hay muchos alojamientos, pero sí que hay mucha demanda, así que los precios se disparan. Nosotros sin embargo, habíamos encontrado un hostel por 10 euros la noche cada uno o algo así. Encima en un momento en el que llegábamos tarde y estaba prácticamente todo reservado. Cuando llegamos al hostel supimos por qué era tan barato. Nuestro maravilloso hostel era una casita cerca del mar, que no tenía mucho espacio, pero sí tenía muchísimos huéspedes. Tanto era así, que nosotros no íbamos a dormir “en” el hostel si no “junto” a él. Resulta que en el jardín posterior había unas antiguas caravanas que habían reconvertido en barracones y ambientado en star-trek y otros motivos absurdos. En cada barracón había 12 camas. Pero nosotros que éramos tres no cabíamos en uno, así que nos separaron. A mí me toco irme solo al de star trek, que estaba poblado únicamente por chicas alemanas. Era “peor” porque me tocaba irme solo, pero luego descubrimos que en el de Iñigoch y Unaigh había goteras (y gente peculiar cuando menos)
Las duchas eran bastante mofa también, aunque al menos podíamos usar las del interior del edificio. La recepcionista era una chica curiosamente de Bilbao, que fue bastante maja y nos dio algunas pautas para la noche.+
No había mucho que hacer allí, así que nos fuimos a dar un garbeo por Kyleakin, que por otra parte era un micropueblo pesquero que no tenía nada que ver, salvo los barcos pintados con motivos pro-independencia de Escocia, algo que no habíamos visto en ningún sitio hasta aquí.
Llegó un punto en que se puso a llover y nos dimos la vuelta para cenar en el hostel. Estaba tan petao y había tan pocos sitios para sentarse (además de que un grupo de alemanas bastante numeroso, y un español que les metía fichas llevaban sentados en la misma mesa jugando a un juego absurdo desde que habíamos llegado, y no dejaban a la gente sentarse a cenar), que tuvimos que cenar de pie en una esquina de la cocina. Desde luego no era el más acogedor de los hostels en los que he estado. Aunque los recuerdo peores…
Después de cenar fuimos al único garito del pueblo, una especie de restaurante-bar muy americano (me recordó al de True Blood, pero sin el encanto sureño) que tenía música en directo, y muchos turistas dándolo todo. Nos echamos unas buenas pintas allí, y ya más entrada la noche, nos fuimos al barracón.
3 comentarios sobre “Calabacín en Caledonia, capítulo 3: El puñal del lago Ness”
Yo el castillo de Eilran lo tengo bastante mitificado. Seguro que lo veo y me parece una mierda.
Las chabolas por dentro no tienen mala pinta.
pues no creo, probablemente te molaría. A mí es el q más me moló del viaje, quitando el de Edimburgo, que era una barbaridad.
Bueno bueno, que decir de las caravanas. Goteras, humedad , frío y ronquidos de un tipo muy grande que durmió sentado toda la noche. No se como resistio la cama…