Austria y Alemania, capítulo 6: Sequía de Knuckels

Austria y Alemania, capítulo 6: Sequía de Knuckels

Amaneció gris en casa del euroescéptico. Desayunamos como generales en el super hotel Schlosswirt, y emprendimos el viaje pronto. Hoy teníamos dos posibles destinos, recomendados por el dueño del hotel. Por un lado podíamos subir a Mohar, un pico de unos 2700 metros, que iba a ser bastante duro, pero por otra parte gratificante, o ir a la garganta de Raggaslucht, recomendada en todas las guías de la zona, y también recomendada por el tipejo del hotel, aunque él nos dijo que era muy sencilla.

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Decidimos probar con Mohar, a menos que lloviera. DE momento parecía que íbamos a tener suerte, así que tras comprar pan en la única panadería de Grosskirchheim, iniciamos la subida a la base del monte. Mohar está a casi 2700 metros, pero el ascenso empezaba a casi 2000, así que en realidad era un ascenso considerablemente menor para nosotros, y mayor para el coche. La subida empezaba suave, alejándose del valle, entre las casas de los lugareños que preferían vivir en el monte. Poco a poco se fue complicando y desapareció del GPS, hasta que entramos en un camino de tierra. Todo apuntaba a que el condenado Zafira nos dejaría vendidos, pero llegó hasta el final.

En el final, tal como nos indicó llegamos a Glocknerblick, un pequeño pero bien equipado refugio donde aparcamos, y desde donde vimos el pico, imponente.

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El ascenso hasta Mohar fue exigente, eran sólo 700 metros pero se salvaban en muy poca horizontal, por lo que el desnivel era considerable. En un punto medio llegamos a Moharkreuz, un pico intermedio con una gran cruz, donde descansamos y nos hicimos algunas fotos de cracks. DEspués de la cruz, la subida transcurre por una cresta de hierba bastante espectacular.

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Al final, a eso de las 12 llegamos a la cima de Mohar. Tal como nos indicó el amigo euroescéptico, las vistas desde aquí eran terribles: se podía contemplar todo el macizo Glockner, así como Großglockner, el pico más alto de Austria, y la segunda montaña más alta de los Alpes, tras el Montblanc, con 3798 mts. Por el otro lado podían observarse otras cimas de la Marmolada o Ankogel.

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En Mohar estaba lloviendo de forma más intensa, y teníamos dos opciones, hacer el tour completo, de 4 horas, que consistía en bajar por otra ruta que nos llevaría por los valles, o bajar por donde habíamos venido, en mucho menos tiempo, para poder así ver también la garganta de Raggaschlucht. Nos decantamos por la segunda opción, menos épica, pero más práctica.

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Al llegar de nuevo a Glocknerblick, abajo hacía un tiempo estupendo, que aprovechamos para ver una pequeña iglesia que había en el borde del precipicio, y para comer uno de nuestros últimos bocatas premium, que supo más a gloria que nunca, tras el esfuerzo de la mañana.

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Salimos hacia Raggaslucht, que estaba un poco a desmano de nuestro destino de hoy. La entrada a esta garganta cuesta 6 euros y ofrece un paseo impresionante por encima y dentro de una estrechísima garganta que baja con fuerza hasta el río. Todo el paseíllo va por unas pasarelas de madera que no inspiran ninguna confianza, especialmente cuando se ven letreros que prohíben a los paseantes juntarse en el mismo tramo de pasarela. Así que fuimos haciendo el paseo, una constante subida, por las pasarelas de madera con un poco de desconfianza, pero gozándola con las vistas.

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Sin embargo, estas vistas se acaban rápido. Hicimos muy bien en venir después de Mohar, este plan no te ocupa un día entero, ni siquiera una mañana entera. Al final se volvía por otro camino entre bosque, que también era muy agradable.

Neukirchen am Grossvenediger era nuestro nuevo destino, un minipueblo en la cara norte de Hohe Tauern, que quedaba un poco a desmano.

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Hoy sin embargo cruzamos el super macizo Glockner por un túnel en vez de por la ruta panorámica, por la que se tardaba mucho más. El túnel también era de pago, pero era mucho más rápido. Dos horas después, sobre las 7 llegamos a Neukirchen, y descubrimos que estaba todo ultra cerrado. REstaurantes incluidos. Y no teníamos para cenar. Tuvimos que contactar con la señora de la casa que habíamos reservado, ya que era un apartamento y no vivía allí. La casa estaba muy bien, tenía una terraza terrible, y tres habitaciones, en las que podríamos dormir de lux benelux. Tambien tenía una cocina nueva muy chachi.PEro no teníamos nada que cocinar, así que salimos a todo meter a encontrar algo abierto, un restaurante o un super. Nada.

Finalmente encontramos un pequeño super que estaba abierto. Mientras nos acercábamos se me ocurrió comentar “te imaginas que cierran a las 7 y media y nos cierran en la cara?” “jajaja” risas nerviosas. Pues así fue. Según llegamos a la puerta sale una tipa y nos dice que quedan dos minutos para cerrar y que no podemos entrar. Karl le convenció de que íbamos a ser ultra rápidos y al final la mujer nos dejó entrar. Pero fue la compra más relámpago hecha nunca: a las 7 32 estábamos fuera con nuestro desayuno y con los macarrones con tomate que íbamos a cenar.

Las vistas desde nuestra terraza
Las vistas desde nuestra terraza

La cena fue un poco insípida (y abundante), pero la gozamos en nuestra super cocina, aunque echamos de menos el knuckel… dónde quedaron las grasientas cenas de los primeros días…. Los días empezaban a ser más flojos después de los duros días del principio. Así que estuvimos un buen rato haciendo el vago por el aparta. Al día siguiente no tocaba madrugón!

5 comentarios sobre “Austria y Alemania, capítulo 6: Sequía de Knuckels

  1. Es curioso que cada país que visitamos tiene como atracciones turísticas unas gargantas, unas cuevas o ambas.

      1. Yo ya haría una de palmeras sin problema. Y luego un poco de snorkel. Tendrías buenas grabaciones de pececillos con la Go-Pro

  2. La subidita del Mohar fue intensa. Demasiado desnivel para empezar desde cero. Pero ya se estaba convirtiendo en una costumbre el empezar desde primera hora con una buena pendiente para caminar,jeje.
    Menos mal que pudimos entrar a comprar algo para comer, si no me hubiera cenado a alguien ;)

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