Vietnam y Camboya, episodio 1: inicios accidentados

Vietnam y Camboya, episodio 1: inicios accidentados

Había largo viaje hasta Vietnam, pero todo apuntaba a que no sería tan pesado como en otras ocasiones. Volábamos desde Madrid a Helsinki y de Helsinki a Hanoi, con sólo una hora de parada. 15 horas de vuelo en total, precedidas de 5 de tren desde Bilbao a Madrid, en uno de esos Alvias que habían dejado tan mal cuerpo sólo una semana atrás (exactamente en el momento en el que estábamos comprando aquellos billetes).

Tras un vuelo que no se hizo demasiado largo, aunque los de Finnair nos escatimaron snacks, y nos dieron la peor comida de avión de la historia (parecía el vómito del comandante), llegamos a Hanoi a las 6.30 de la mañana, tras más de un día sin dormir. Así que esperamos a las maletas, esperamos, esperamos, esperamos… hasta que vimos que aunque las de Iñiguyen e Irang-tzuh habían salido, la de Car-long y la mía no. No estaban. En el aeropuerto nos confirmaron que estaban perdidas; nos dieron un neceser con unos cutrecalcetines, una camiseta y unos mínimos enseres de limpieza, y un papel indicando que quizá podríamos recuperarlas, pero teníamos que andar pendientes, ya que no íbamos a estar quietos en Hanoi, y ellos sólo las podían mandar a nuestro primer hotel. Tampoco podían llamarnos por teléfono.

Así que sin maletas, sin ropa, sin insecticidas, sin cremas de sol, sin mudas, sin medicación para el estómago, salimos a que nos recogiera el transporte del hotel. Nos habían clavado 20 dólares por el transporte, sabíamos que era un timo (más adelante descubriríamos que de timo nada), pero queríamos algo seguro para el primer día. Con las ganas de matar aumentando, y la desconfianza hacia todo tras perder las maletas, el transporte nos llevó de rally, y en una hora, al caótico centro de Hanoi.

 

Downtown Hanoi, lleno de motos

Sí, el aeropuerto está condenadamente lejos del centro. Nos soltó en un callejón donde un tipo aleatorio nos dijo que teníamos que bajar ahí, que el hotel estaba cerca, y blablabla. Habiendo leído sobre los timos de hoteles falsos que replican a otros, y cosas similares, no nos dio mucha confianza, pero finalmente bajamos y le acompañamos al que sería nuestro campamento base: Splendid Grand Star hotel. Estaba una callejuelilla, y por eso no nos pudo meter el coche. En cualquier caso, tras los 21 días sabemos que hicimos bien en desconfiar. En Vietnam no te puedes fiar de NADIE.

 

Una calle anexa

En el hotel nos ofrecieron unas frutas frescas y una welcome drink que pedimos sin hielo: unos zumos bastante buenos y dulces. Nos acogió Tony, el dueño del hotel, que nos dio una cálida bienvenida y en poco tiempo nos dio acceso a las habitaciones. (nunca te fíes de la calidez de un vietnamita)

Después de dormir un buen rato y adecentarnos todo lo que podíamos sin tener maletas, bajamos a la recepción a contratar el gran highlight del viaje: una excursión a la bahía de Halong en la que íbamos a pasar una noche durmiendo en un barquito para ver el amanecer entre las rocas de la bahía. La noticia del tifón que iba a cancelar nuestra excursión fue como un segundo jarro de agua fría. Si a Car-long no le había afectado tanto perder la maleta, esto terminó por desmoralizarlo.  Ahora no teníamos maleta, habíamos perdido la oportunidad de ver Halong como debe verse (durmiendo allí), y teníamos dos días en Hanoi sin nada que hacer, y sin hotel. Grandes comienzos.

 

Los vecinos de en frente

Con una oferta para ver Tam Coc, el Halong tierra adentro por parte del hotel, que nos pareció carísima y no cogimos en primer lugar, decidimos al menos aprovechar la tarde para conocer el centro de HAnoi, el barrio viejo y el lago, sus principales atractivos turísticos. Así que empezamos a vagar por las calles del barrio viejo hasta que llegamos al lago.

 

El famoso lago de la tortuga

El calor y la humedad eran insoportables. Era sudor automático, como estar en un baño turco. Como no había mucho más que ver que el lago en el que había una tortuga gigante, que no vimos, compramos entradas para el teatro de las marionetas en agua, uno de las principales atracciones de Hanoi, y que está allí mismo al lado del lago. Como el teatro era a las 5 de la tarde, empezamos a buscar algún sitio para comer. Después de descartar unos cuantos por demasiado occidentales o por demasiado sucios, encontramos un café que tenía buena pinta, y buenos precios, el Up Café. Era un poco raro, estaba en la azotea de un edificio, y para entrar al ascensor había que entrar a una tienda de Springfield y cruzarla entera. Así que vimos unas cuantas camisetas y pantalones y sus precios occidentales y por tanto prohibitivos, y subimos al Up Café.

 

Nos han robao la idea del bar tecnológico!

 

Buenas vistas al lago

El sitio estaba muy bien, una terraza con buenas vistas, interior climatizado con sofás, el menú en iPads, y camareros muy atentos (cuando hay transacciones comerciales de por medio, los vietnamitas pueden ser majos… son tan chinos…). Comimos muy bien, platos típicamente vietnamitas, como Bun Cha o Bun Bo Nam Bo, por poca pasta, unos 13 euros entre todos. La conexión wifi era gratis y buena (descubrimos luego que Vietnam está a años luz de casi cualquier país europeo en conexión wifi, la hay por todas partes, siempre abierta, siempre gratis, y a buena velocidad).

Después de que por fin algo saliera bien, fuimos a ver el teatro de marionetas de agua. En este espectáculo te sientan en unas butacas pequeñísimas (por cierto, nos timaron; hay dos tipos de entrada, la cara y la barata: con la cara supuestamente estás super cerca, pero nos tocó casi atrás del todo, a pesar de haber comprado la cara ¿cómo demonios te pueden timar en la taquilla de un teatro?), rodeado de mil guiris más como tú, y hay un estanque al que van saliendo marionetas que cuentan la historia de Vietnam desde que un dragón se lo montó con una grulla, y pusieron 1000 huevos que formaron los primeros pobladores de la etnia Viet.

 

estas no son las marionetas..
estas sí

Luego se hacen campesinos, y van prosperando.

 

Luego llega la religión y lo estropea todo. NAda nuevo

El espectáculo es ameno y tiene música en directo, aunque cuando acaba tras 55 minutos no te quedas con ganas de más.

Al salir seguimos paseando por el lago, y viendo el famoso puente rojo tan mítico de las fotos de Vietnam, y en el que había una sesión de fotos de boda que Car-long se quedó mirando un buen rato.

Se casan

Para las 7 empezó a anochecer y fuimos volviendo poco a poco al hotel, callejeando por el barrio antiguo. Teníamos que buscar un hotel para el día siguiente y contratar una excursión para ocupar los días que el tifón nos había estropeado. Así que rápidamente hicimos una reserva en el Rising Dragon Vila hotel para el día siguiente, muy cerca del nuestro, y con bastante mejor pinta. El Splendid Grand Star estaba bien, pero no pasaba de ser un hostel ligeramente mejorado. La excursión a Tam Coc, un río con cuevas y rocas estilo Halong, tuvimos que discutirla. En el hotel el turbio de Tony y su asociado Martin, nos decían que nos ofrecían el “good trip” por 32 dólares por persona. Había un “bad one” por “algo menos”, aunque no nos especificaron nunca cuánto menos exactamente. Tampoco nos dijeron en qué se diferenciaban: mejor guía, mejor comida, mejor autobús… pero mejor cómo? vamos a ir de pie las 3 horas de autobús o algo así, si pagamos 5 dólares menos? Ellos decían que como éramos sus clientes favoritos no nos iban a vender el trip cutre porque no podían vendernos algo cutre. Fuimos a otras agencias y en todas nos dieron un precio similar, por lo que al final contratamos la excursión en el hotel (en Vietnam casi todos los hoteles, o al menos los cutres, son también agencias de viajes). La sensación de que estos dos eran unos timadores iba en aumento. Además, ya empezaban a tomarse confianzas con nosotros, como pegarnos pequeños puñetazos en el hombro al llegar y similares.

EL lago, de noche

Nos fuimos a cenar a un sitio recomendado por los timadores, que resultó ser un restaurante muy elegante, con una gran terraza y comida vietnamita buena. El problema es que eran las 21.40 y cerraban a las 22.00. Lo raro no era que cerraran tan pronto, en Vietnam las 7 de la tarde es como nuestras 11 de la noche. Lo malo es que son muy muy estrictos con la hora de cierre, y prácticamente te echan del local cuando llega. Así que comimos bien, pero con gran estrés, bajo la mirada inquisidora de varios camareros que en cuanto poníamos un cubierto en la mesa se llevaban todo el plato, para después venir a meterte presión con la hora de cierre. Definitivamente era un sitio para visitar con más tiempo.

A las 10 nos dieron la patada, y salimos hacia el hotel, a intentar recuperar un poco el sueño, ya que al día siguiente salíamos muy pronto hacia Tam Coc.

La noche fue entretenida, algunos la pasamos en vela, por aquello del jet lag, pero pronto recuperaríamos el sueño.

2 comentarios sobre “Vietnam y Camboya, episodio 1: inicios accidentados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.