Jordania, capítulo 10: Calor
El último día en Jordania lo teníamos libre. Nos levantamos inusualmente tarde y nos despedimos de Hind en Pilgrims House.
Como no sabíamos muy bien qué hacer (bien nos hubiera venido saber que teníamos un día libre para hacer el tour por el parque natural hacía dos días), decidimos visitar las Ma’in Hot Springs, un balneario cerca del mar Muerto, que ponían muy bien en las guías, y que era uno de los destinos de Jordania para los que más señales de carretera hay; está anunciado en un montón de carreteras ya vengas por el sur, o por el norte.
Ma’in estaba realmente cerca de Madaba, sólo teníamos que subir el monte Nebo, pero esta vez sin bajar por su enrevesado puerto. El monte Nebo de nuevo :D
LA bajada a Ma’in era excepcionalmente empinada y larga. Pensamos que nos habíamos equivocado, pero no, era ahí. Cuando estabas en lo más alto del macizo, de pronto había una depresión muy profunda, y en el fondo de ese agujero estaba el balneario. Cuando llegamos a la puerta del balneario y bajamos la ventana pudimos oler la escabechina que había hecho la bajada a nuestros frenos. Además de forzarlos durante una larga bajada, la temperatura que nos salió resultó ser la más alta de todos los días que estuvimos en Jordania. El calor que hacía era infernal.
Así que con frenos chamuscados, y con dudas sobre si el coche iba a ser capaz de remontar esa pedazo de cuesta, pagamos los 15 jordanos de rigor para entrar en el spa. Resulta que el spa tiene una zona pública y otra zona más chachi, por la que hay que pagar otro pastizal. Decidimos quedarnos en la primera.
Sin saber cómo sería la segunda zona, descubrimos que la primera era bastante cutre. Era un spa orientado fundamentalmente a turismo interior, no había ni un extranjero, y la zona pública consistía básicamente en dos pozas con cascadas, una pequeña y una grande. También había una piscina para baño turco en alguna parte.
Fuimos a la primera de las pozas, la pequeña, para ver que era extremadamente pequeña. Además, no había ningún sitio para sentarse o poner las cosas. Así que tras cambiarnos de ropa y hacer una primera aproximación, seguimos hacia la segunda poza.
Ésta era mucho más grande, era la que aparecía en las fotos. TEnía una cascada y había unos cuantos jordanos metidos a remojo como si fueran garbanzos. No había ni una jordana en bañador o similares. A pesar de los 40 grados que hacía, las mujeres iban tapadas de pies a cabeza.
La poza estaba bien, aunque el agua estaba también a unos 40 o 45º, con lo que se hacía agobiante estar allí, con agua caliente, un calor exterior terrible y además jordanas tapadas enteras haciendo el mono en las proximidades. Las chicas se metieron en bikini y eso atrajo algunas miradas, aunque en general se puede decir que pasaron desapercibidas, dentro de ser occidentales.
La poza tampoco tenía una zona habilitada para tumbarse y hacer el orangután, simplemente había unas mesas de piedra con sillas de piedra, fundamentalmente para dejar cosas. Se puede decir que el spa estaba pensado para entrar y bañarse, y poco más. No era lo que te imaginas de entrar, bañarte, luego tumbarte, leer un librito, etc.
Cuando no pudimos más de calor, decidimos probar el baño turco, así que los chicos fuimos a la zona de baño turco y las chicas fueron a una poza privada para mujeres. Ambos volvimos decepcionados. El baño turco era una piscina normal y corriente, con escalones a los lados, sin vapor (estaría desactivado o algo), y con unos tipos jugando a darse pelotazos a lo bestia. Salimos despavoridos. La poza de mujeres parecía mucho más estricta que la poza normal. Sólo había mujeres, también tapadas, pero por lo que contaron las chicas, cuando se quedaron en bikini, las mujeres que había allí les llamaron la atención. ¿Qué sentido tiene hacer una poza sólo para mujeres, si tienen que ir también tapadas?. Contaron también que la poza para mujeres tenía muros altos y no podían ser vistas desde fuera… Por lo visto no se iban a perder gran cosa
Un poco desmoralizados con el sitio, y muertos de calor, nos tomamos un refresco en uno de los bares que había en el centro del complejo, y poco después nos largamos, destino Amman, a recuperar nuestro super hotel, y aprovechar la tarde para hacer alguna compra, y devolver el coche.
Así que la tarde de nuestro último día la pasamos de compritas por downtown Amman, y no pudo faltar una visita a la terraza del bar de tíos duros que había en la sucia callejuela del Cliff Hotel. La shisha era inexcusable, y vimos un nuevo atardecer jordano desde allí, rodeados de los más peludos hombres locales.
No nos fuimos demasiado tarde a la cama, ya que al día siguiente teníamos que levantarnos a las 4 y media para ir al aeropuerto.
El driver nos llevó haciendo un auténtico rally por las vacías calles de Amman. Y así nos despedimos del país de los nabateos.