Jordania, capítulo 6: Introducing Faloman
Nos levantamos en menos que canta un muecín. Tocaba ir al desierto. Calor, arena, dunas, escorpiones, víboras del desierto, oasis, beduinos, camellos…
El día anterior habíamos aceptado la oferta de Mosleh Farajat el pacificador de concertarnos toda la visita al desierto, que incluía un traslado a la ciudad del desierto, paseo de 5 horas con visita a los sitios míticos, dormir en jaimas en medio del desierto y volver a la mañana siguiente. También incluía todas las comidas. El precio era de 35 jordanos por persona, que parecía un poco caro, pero luego descubriríamos que lo normal es pagar 50 o 60 por el mismo negocio. ASí que ya sabéis amigos, si vais a Wadi Rum, buscad a Mosleh, en el hotel Cleopetra de Wadi Musa y que os enchufe con su amigo el beduino.
Así que pronto por la mañana salimos por la carretera del desierto hacia el centro de visitantes de Rum, que es donde habíamos quedado con nuestro contacto. Wadi Rum está justo al este de la carretera del desierto, por lo que es bastante fácil llegar, aunque la señalización si estas yendo de norte a sur es un poco confusa. Por suerte en Jordania, estés en la carretera que estés, puedes hacer U-turns, que facilitan la vida enormemente. Esto deberían permitirlo en todas partes!
Al llegar al centro de visitantes nos recibió Muhammad, el contacto de Mosleh, un tipo bajito, con bigotillo, y sonrisa amable. Nos montó en su 4×4, y tras conducirnos a la ciudad de beduinos que hay a la entrada en el desierto, y darnos el lunch pack, nos metió a una habitación de su casa junto con otros occidentales. Aunque la habitación era en cierta medida infame y llena de moscas, además de un auténtico beduino barbudo que se parecía a Boris el Navaja sentado en una esquina, había que tener en cuenta que era su casa por lo que su hospitalidad era máxima. Allí nos encontramos con dos japoneses, uno de ellos era Tatsuya, el crack que habíamos visto en Cleopetra dos noches antes, que viajaba solo (y al que Mosleh también le había enchufado el pack ahorro). Este era el típico japonés viajero, afable y bien equipado. El otro japonés era el típico que ves en París: camisa blanca, pantalones de pinzas grises, zapatos, introvertido… Adecuado para el desierto. Los otros dos eran una pareja inglesa. La chica parecía estándar. El tipo, pelo rapado, musculoso, con pantalones anchos y camiseta con mangas enrolladas hasta los hombros, descalzo, y haciendo posturas de yoga en el sofá de Muhammad.
Mohamiñigo le cató en cuanto se sentó. Nosotros habíamos llegado los últimos y los demás habían comido ya. Nos pusimos a comer nuestro almuerzo a base de atún barato, plátano, y pan de pita, ante la atenta mirada del inglés musculado. Mohamiñigo decía que el inglés se estaba poniendo tensísimo y ya nos odiaba por estar retrasándole. Era lo que parecía.
Nos indicaron que saliéramos para montarnos en el jeep con el que atravesaríamos el desierto. Antes de que si quiera supiéramos qué jeep teníamos que coger, el inglés ya estaba montado y tenía una minitoalla de bidé en la cabeza, supongo que para no quemarse. El tipo era una especie de Robocop que miraba con desprecio nuestra desidia y movimientos lentos según su estándar.
Nuestro driver era un chavalillo de unos 17 años que en ningún momento de las 5 horas de jeep dejó de fumar.
Conducía con gran pericia entre la arena, mientras nosotros íbamos viendo la vasta llanura y las increíbles montañas que conformaban Wadi Rum. Arena roja y fina, paredes rojas, y de vez en cuando, solitario, un árbol.
La primera parada del recorrido fue Lawrence Spring. Al parecer Lawrence de arabia vivió también en Wadi Rum, y encontró una pequeña fuente de agua en medio del desierto que le vino muy bien para no morir. El driver nos dejó junto a una pared de piedras y una pequeña jaima, y se largó ya que se había dejado el móvil en la ciudad. Antes, nos explicó que la fuente estaba en lo alto de la montaña y que teníamos que escalar la pared de piedras. Nos pusimos a hablar con la chica inglesa, porque se iba a quedar abajo porque tenía sandalias, y así le podíamos dejar las mochilas. Un momento… dónde está robocop??!!! Dios mío! En el breve lapso en el que hablamos con su mujer, el tipo había escalado LA MITAD de la pared!!!!! Era un poderoso dios, un macho alfa, que podía trepar la pared dejando a los demás machos con su pareja, porque sabía que nadie se atrevería a acercarse a ella. Además, podría tener cuantas parejas quisiera y satisfacerlas a todas. Entonces lo comprendimos: era FALOMAN! Cuando empezamos a subir penosamente entre las rocas y bajo el sol abrasador, Faloman ya estaba arriba del todo, mirándonos con desdén… “pobres e insignificantes gusanos…”
Arriba estaba la famosa spring, un poco escasa, pero rodeada de cabras que sobrevivían con ese agua. Faloman ya había hecho un book a cada una de ellas, ya que llevaba una enorme cámara con todos sus accesorios, y cargó con ella (y accesorios) hasta arriba del todo.
Las vistas eran espectaculares.
Cuando se nos pasó el sofoco y empezamos a bajar, siguiendo las indicaciones que nos había dado el driver, y sin despegarnos de una de las mangueras que bajaban, que era una especie de guía, nos dimos cuenta de que Faloman se había ido a tomarporsaco a hacer fotos y estaba bajando exactamente por donde el driver nos dijo que no fuéramos. No importaba. Faloman podía destruir al driver con las dos manos atadas a la espalda.
Antes de partir Bayush no pudo resistirse a comprarse un kefiya palestino, que no se quitaría en todo el viaje.
Al montarnos en el jeep, Faloman había sacado una pera de aire y la usaba vigorosamente (Faloman hace TODO vigorosamente) en su cámara, para sacar la arena de juntas y sitios delicados. Se la ofreció a Bayush. Bayush, con miedo de perder un brazo, y con el honor de que se dirigiera a él, la rechazó educadamente y agachando la cabeza.
El siguiente checkpoint era una duna. La arena de la duna era de un rojo vivo impresionante, y el grano era extremadamente fino. Subimos a la duna, no sin cierta dificultad, ya que te hundías en la arena. Faloman era como Legolas subiendo el Caradhras, mientras los demás se hundían en la nieve. Supongo que también tenía ojos de elfo que ven en la distancia.
Tras hacer un poco el mono bajamos de nuevo, y nos nos vaciamos los zapatos de arena. Salía 1 kilo de arena por zapato.
Con unas vistas impresionantes, seguimos hacia el siguiente punto, un arco natural de piedra al que se podía trepar. Primero había una pared de gran inclinación, que había que subir con mucho cuidado, y después pasar por un pasadizo estrecho para trepar al arco. Evidentemente no hubo ningún tipo de problema para Faloman, que volvió a abandonar a su mujer abajo, pero lo gracioso fue el japonés urbano, por cuya vida llegué a temer. La primera pared, que resbalaba bastante la subió prácticamente arrastrándose. Parecía algún tipo de lagarto, y daba muy poca seguridad verle. Después le perdimos de vista en el pasadizo estrecho por lo que ya le dimos por caído en combate. Pero al de un rato apareció en lo alto.
Otra de las visitas típicas de Wadi Rum es una zona en la que hay petroglifos hechos por nabateos. Mucha antigüedad. Tarjeta de 16gb que se le va a Faloman haciéndoles un auténtico book desde todos los ángulos posibles en modo ráfaga “claclaclaclaclaclaclaclac”. Entre tanto, Mohamiñigo conseguía su foto pose-facebook con el jeep.
Seguimos a ver un segundo arco, un poco más pequeño que ofrecía también unas buenas vistas, ahora que el sol estaba un poco más bajo. En este momento, que había viento, Faloman ya se había puesto unas gafas de aviador de montura metálica, cristal negro y correas de cuero. Lo que le pasara a su mujer era irrelevante: él estaba preparado para un apocalipsis nuclear, con su mochila de equipamiento, su toalla en la cabeza, su pera de aire, y sus gafas de aviador de la primera guerra mundial
Por último nos llevaron al cañón de Khazali, un estrecho cañón donde también había numerosas pinturas nabateas.
Cuando todas las visitas estaban hechas, serían las 6 de la tarde, y nos llevaron hasta el campamento donde pasaríamos la noche. El campamento consistía en unas 10 tiendas acogidas junto a una gran roca. En frente teníamos la inmensidad del desierto, por donde de vez en cuando pasaban caravanas de camellos (otras veces jeeps).
En general, mirando al desierto desde el campamento en el que no había ni electricidad, ni baños, ni agua corriente, parecía que habíamos vuelto a los años 30 o 40, Indiana Jones podía salir en cualquier momento en su caballo perseguido por unos tanques nazis.
Nada más llegar nos quitamos los zapatos pero rápidamente nos advirtieron que no los dejáramos fuera de las tiendas ya que por la noche podían entrar escorpiones. Vaya, una nueva tentación para Bayush y su vida al límite.
Dimos un par de paseos para buscar el buen lugar del atardecer, y cuando lo encontramos elegimos una roca elevada y esperamos a que sucediera.
https://vimeo.com/44403667
El atardecer no fue tan espectacular como esperábamos porque había unas cuantas montañas entre medio, pero con todo, fue como poco llamativo. Las ráfagas de fotos de Faloman serán recordadas en los libros de fotografía del futuro. Su 5D mark 1 no puede tirar más de 3 fotos por segundo, pero el tiró más de 2000 fotos en un minuto. Y en RAW!!
Además de el, en nuestra roca se había subido un japonés (uno nuevo) que había estado toda la tarde en medio de la llanura desértica, sólo, meditando. O algo. Su grado de inmovilidad nos llevó a pensar que se había quedado seco allí. Pero de pronto apareció en la roca y se puso a dibujar el atardecer.
Volvimos al campamento con la luz crepuscular, y allí vimos al tipo que antes estaba en la casa de Muhammad, Boris el Navaja, encargándose de la cena (IRantzullah pisó la cena, y así lo descubrimos). Resulta que estaba preparando el típico guiso de pollo y vegetales que se prepara bajo tierra. La lumbre se entierra y encima se pone un sistema de cazuelas en columna, y después se tapa todo. Irantzullah pasó por encima, y Boris le dijo que no pisara la cena! Nos explicó el proceso de cocinar bajo tierra, y que tenía algún tipo de relación con no hacer una hoguera que atrayese a depredadores (tradicionalmente).
Cuando la cena estuvo lista, Boris nos llamó como buenamente pudo (a gritos) y nos llevó a la jaima de cenar, con sofás y mesas. Nos fuimos sirviendo el pollo, que estaba increible, aunque sin sal.. las patatas y los vegetales.
Faloman cenó en 3 minutos, ignorando a su mujer, y haciendo fotos de todo el evento.
Cuando acabamos, sirvieron té y Boris y Muhammad se arrancaron a cantar acompañados por una especie de banjo, y nos animaban a unirnos a los cánticos, ellos decían “blablablabl” y nosotros respondíamos “yayuuniiiiiii”, ellos “blablablabla” y nosotros “jallahhh, jallaaaah”. Pronto se unió el gordo corrupto, otro de los guías árabes que tenía pinta de político corrupto y era un poco gordo, y nos había estado dando la chapa antes. Resultó ser el más animado cantando. Mientras tanto, Faloman, había sacado su equipo estrobist: flash, paraguas blanco, disparador remoto, flash secundario, y había montado un improvisado estudio. Fotos espectaculares, con su flash, su novia florero sujetando el paraguas, en medio del desierto, sin ni siquiera luz eléctrica en la habitación. Faloman se había superado.
Nosotros salimos a la calle a contemplar las estrellas, via láctea, etc… pero la luna brillaba tanto que no se veían. Es más, la luna brillaba tanto que hacía SOMBRA!!! parecía de día! Al hacer fotos nocturnas de larga exposición se aprecia que las estrellas sí que estaban por ahí.
Dedicamos un buen rato a pintar con luz, con diferentes resultados
Entre tanto faloman estaba haciendo fotos del movimiento de las estrellas. Le debieron de salir mal porque eligió mal la ubicación y le salió mucho trozo de roca. Probablemente se comería esa roca para desayunar, como venganza.
Nos fuimos a la cama, sabiendo que esa noche Faloman satisfaría a su mujer más de 10 veces, y después saldría a cazar escorpiones a manos desnudas. Había sido un buen día.
7 comentarios sobre “Jordania, capítulo 6: Introducing Faloman”
Muy buen capítulo. Ya me gustaría ver las fotos de faloman.
puessss revisando el inventario, creo que no tenemos… y con razon! :D
me parto con Faloman… creo que este es el mejor de todos!!!
es que si no te partes tú, te parte él :D
Mucho Faloman y todo lo que veo es una trasera,jaja. Habrá que conseguir un buen primer plano. Seguro que tiene algún blog de fotos,jaja.
Vaya colorcillo que tenía la arena…
Hay una foto de Bayu con Irantzu en la furgoneta donde Bayu tiene el mismo gesto que Gadafi ¿a propósito?
Veo alguna foto que debería entrar en el listado de WPF como las de Bayu en la roca mirando al vacío, Bayu verde, o la foto de mesilla de la parejita en su roca.
Por cierto, fatalmente sacada la hiperfocal de las zapatillas. Te pasa por no mirar las tablas.
JA!
el tema de gadafi tienes razón, maldita sea, no me habia quedado pero sí que parezco gadafi sí…
A mí una de las que más me gusta es la del coche y las huellas, aunque las otras bien tb..
lo de la DoF (depth of field, acostumbrate al acronimo :P), en la de las zapas es intencionada, así que ahí no necesitaba hiperfocal. Sin embargo hay otra foto en la que sí quise tener hiperfocal y no lo conseguí, (la de la duna de “aquí la mujer ya no puede seguirle”) Aquí no se aprecia mucho, pero al abrirla en grande se ve que tengo enfocado justo el suelo cerca, y en seguida se pierde el foco. Sin duda porque no enfoqué donde correspondía para conseguir la hiperfocal.