Noruega, Capítulo 4: a chhhooorrrro

Noruega, Capítulo 4: a chhhooorrrro

Por fin habíamos podido dormir en condiciones. Amaneció en Bergen, la turist-o-ciudad de Noruega. Tras un escueto desayuno a base de sobras nos dirigimos a mover el coche de sitio ya que lo habíamos aparcado muy cerca pero la OTA se acababa a las 10. Preguntamos a la chica de recepción si conocía algún sitio para aparcar gratis, y se rió de nosotros, diciendo que eso no existía en Noruega.

Cuando llegamos al coche con idea de no hacerle caso y encontrar algún sitio aunque fuera lejos del centro, nos encontramos con una bonita multa en nuestro parabrisas. No entendíamos nada más que las 500NOK que costaba. SAbiendo cómo las gastan los noruegos decidimos ser un poco escandinavos e ir a pagar la multa. Buscamos la oficina de tráfico y, aparcando mal, Karlstad y Xåbi fueron a reclamar la multa. La OTA estaba pagada y el sitio era zona normal para aparcar. Por qué demonios nos habían puesto esa multa? Al parecer aquí hay algo más que la OTA. La multa nos la habían puesto porque habíamos aparcado en batería (como todos los demás de esa zona) pero a menos de 5 metros de la esquina. En efecto el coche estaba pegado a la esquina pero se podía pasar sin problema y esa norma parecía inventada a medida para sangrar a extranjeros on demand. Para evitar rollos posteriores con Avis, decidimos pagar los 65€ de multa y buscar un parking para no tener nuevos problemas.

Fuentecita junto a la jefatura de tráfico

Ya con el coche aparcado a buen recaudo empezamos a visitar Bergen de verdad. A estas alturas ya no esperaba en absoluto encontrarme con seguidores de Burzum, Immortal o Gorgoroth, y así fue. La visita empezó por la zona comercial de Bergen, muy al estilo escandinavo, calles adoquinadas, edificios señoriales, y plazas grandes con monumentos imitables.

Scandinavian Style
Monumentos imitables

Después de las fotos absurder de rigor, fuimos a la zona del puerto, cerca del hostal en el que habíamos dormido. Aquí había un mercadillo al aire libre que vendía productos noruegos como cardigans con motivos polares, calcetines de ultra invierno, botas forradas de pelo, trolls en todas sus variantes, postales horribles (en Noruega, con los pedazo paisajes que tienen, no hay un sitio en el que vendan postales bonitas, siempre son horribles), y alfombras de reno. Éstas produjeron grandes chanzas y mofas de Bayusson, por su reciente mudanza a un piso en el que la habitación tenía chimenea, con las supuestas implicaciones romantico-eróticas que debe de tener; supuestamente a la habitación sólo le faltaba una alfombra de piel de vaca o de tigre o de algún animal, para ponerse junto a la chimenea. Aquí no paró el “bayusson compra estooooo, necesitas esta alfombraaa, piensa en las posibilidadeessss”. Por supuesto la alfombra no cayó, y la chimenea puede que no se encienda nunca.

Sí, chicos, ahora me lo compro

Cuando ya tuvimos baratijas suficientes nos dirigimos al mítico mercado de pescado de Bergen. Este mercado al aire libre en el que se vende pescado fresco de todo género, y se cocina allí mismo, debe de ser uno de los más grandes de Europa. En todos los puestos ofrecían probar los pescados en frío y después te cocinaban algo por un “módico” precio. No había ni un solo trabajador de este mercado que no fuera español o italiano. Así que nos veían acercarnos y debíamos de tener pinta, porque directamente empezaban a hablarnos en castellano y a ofrecernos los más variados salmones: de piscifactoría, marinado, salvaje, ahumado… Todos estaban exquisitos. Así fuimos pasando de unos puestos a otros probando diferentes cosas, y evitando otras, como las anguilas o el caviar. Al fin y al cabo… It’s free!

Todo tenía una pinta excelsa, pero debíamos ceñirnos a nuestro awful chortizo
Noruega?? no! italiana (just chuck testa)

Era un poco pronto para comer, así que prometimos a varios de los vendedores que iríamos a su puesto a la hora de comer (cosa que fue mentira en casi todos los casos), y nos dirigimos a la calle mítica de Bergen, el famoso Bryggen. Éste es el distrito antiguo de la ciudad, junto al puerto, y que consiste en un montón de casas de madera picudas pintadas de colores vistosos. Por la parte exterior parecen eso. Pero una vez dentro del barrio, descubrimos un barrio medieval perfectamente conservado, con casas en las que se podía entrar, y comercios de artesanos totalmente integrados en las casas. Casi se podían ver a los pescadores vikingos descargando pescado aquí y subiéndolo por las diversas poleas que había en los pisos superiores. El barrio era espectacular.

Fachadas de Bryggen con diversas tiendas de productos de navidad
Las míticas casas de madera. Hasta donde llega mi conocimiento escandinavo, Jule es navidad, así que ésa es la "casa navidad". Había unas cuantas, supongo que será su época favorita (y más larga) del año.
Xåbi en el catálogo de otoño de...
LAs callejuelas de Bryggen
Casas de artesanos
Ye olde shoppe
Casitas decorativas

Tras recorrer Bryggen nos dirigimos a la zona del puerto donde estaba la fortaleza de Bergenhus, un imponente castillo con murallas e iglesia que estaba casi en el extremo de tierra de Bergen, vigilando el mar. Allí se concentraban varios cruceros y barcos grandes; Bergen es el el puerto de cruceros más grande del norte de Europa, y se podía ver por qué.

REsidencia de algún vikingo

kiss kiss chof chof

Después de unas vueltas por la fortaleza negra volvimos por Bryggen hasta el mercado de pescado, donde ahora sí, nos merecíamos un pescadito a la brasa. Al llegar descubrimos que las promesas que nos habían hecho los vendedores eran un humo más negro y denso que el que salía de las parrillas. Así que finalmente nos lanzamos a probar el salmón y la ballena a la brasa, que estaban deliciosos, pero a precios noruegos.

Comida calienteeeee

Después de comer nos dirigimos al funicular de Bergen, que lleva a una área elevada muy similar a Artxanda, aunque está más alta y el funicular es más impresionante; da una vista general de la ciudad y tiene un parquecillo con diversas actividades y un paseo que serpentea hasta la ciudad.

El Artxanda de Bergen
La metralleta de Karlstad
Está el enemigo?... que se ponga!
TRolls everywhere
quien es el troll?¿
Spider-Xåbi. El cómo se hizo es más gracioso que la foto en sí, ya que no trepó, si no que se acercó corriendo y saltó hacia la red, y así fue como quedó

Tras echar unas fotos y dar un paso por el parque, en el que había unas estatuas de trolls bastante graciosas, volvimos a bajar a BErgen. En el centro de nuevo, nos dio la sensación de que la ciudad no tenía mucho más que ofrecer (al menos sin pagar por entrar en sitios, ya que las entradas eran prohibitivas), así que nos acercamos a una iglesia bastante elegante que se veía desde toda la ciudad.

Desde la iglesia también se veía Bergen

Sin darnos cuenta eran las 6, y decidimos salir hacia Gudvangen, el sitio en el que dormiríamos hoy, y que aunque no estaba muy lejos, no llegaba a 200 km, sabíamos que íbamos a tardar un buen rato porque las velocidades máximas en Noruega no suelen pasar de 70km/h.

Fiordos y embarcaderos
no puede faltar la foto-barco

Por el camino a Gudvangen pudimos empezar a ver y disfrutar el espectacular paisaje de fiordos noruegos. Agua negra tranquila en el centro, montañas escarpadas y altas justo al lado. Todo salpicado de casas rojas, barquitos y los embarcaderos tan perseguidos por Karlstad para conseguir la ultrafoto de embarcadero.

Algo que parece un embarcadero! corre, vamos a por la wordpressphoto!
pero Xåbi estaba pensando en otra cosa...

También empezamos a ver cascadas para el deleite de Karlstad, que empezó a usar una expresión que luego se nos pegaría: “diossss mira como cae!!! a chhhhorrrrooooooooooo!!!!”. El “A chhhhorrrooo” sería una frase estándar del viaje.

dioosssss
au au
A CHHHHORRRROOOOO

Cuando por fin llegamos al camping de Gudvangen estábamos en éxtasis. Era un valle estrechísimo, que en algún momento habría estado cubierto por una pequeña lengua de agua del fiordo que estaba unos km más adelante, y ahora era una campa.

A los lados, montes de más de 1000 metros que emergían de la campa de forma abrupta y sorprendente. Finos hilillos plateados caían desde las cimas formando cascadas altísimas y estrechas y la carretera se perdía al fondo del valle, donde empezaba el fiordo. Allí, en medio de aquel paraíso estaba el camping, unos bungalows de madera totalmente equipados que no podía ser cierto que fueran para nosotros, teniendo en cuenta que habíamos pagado poco más de 25 euros cada uno, un precio bajísimo para ser Noruega.

en serio es nuestra cabaña?
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...boss!

En efecto, nos dieron la primera de las cabañas, totalmente equipada, hasta con televisión por cable, y extremadamente acogedora y con un porche para desayunar como un jefe. Con una cabaña así, casi hasta nos parecía bien que hiciera un tiempo poco apacible (niebla y un poco de sirimiri), ya que estar dentro entre las paredes calentitas de madera apetecía más que estar en la calle.

Tras muchas fotos de pose nos pusimos a hacer la cena, por fin una cena decente: espaguetis con tomate (y sin sal), para después quedarnos viendo Jerry Maguire, que la echaban en la tele, e irnos a dormir como unos jefes.

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