Nepal-Tibet. Capítulo 14: Annapurna connection. (Dedicado a mis tres únicos lectores fieles)
El día 14 empezaba la segunda parte. Xhabitse, Pokharlos y Tsedhano se iban a casa. Iñigorkha y Bayupur se iban al Annapurna. Pronto, muy pronto nos levantamos. El temor a la lluvia había estado presente en los últimos días, ya que teníamos que coger una avioneta que era completamente dependiente de la meteorología. A las 6 estábamos en el aeropuerto bajo intensa lluvia. Las cosas pintaban mal. No se podía esperar mucho más de la segunda ciudad más lluviosa del mundo.
El miniaeropuerto de Pokhara no pasa de aeródromo, y sólo operaban vuelos de avionetas de varias compañías. Yeti Airlines, Buddha Air… muchas relativamente conocidas. Luego estaba la nuestra: Agni Airlines, que no tenía ni mostrador en el aeropuerto. No pintaba bien esto tampoco. Así que estuvimos esperando en el aeropuerto, esperando al “milagro” de que dejara de llover. Nos desplazaron a una cafetería en el piso superior desde el que se veía la pista y la cortina de agua que la azotaba. Se sentaron con nosotros dos viejillas catalanas. Unas hippies de la vieja escuela, nostálgicas de mayo del 68 que por un lado se quejaban de lo turístico que se había vuelto POkhara, desde que vinieran allá por los 80, pero por otra parte eran claramente señoras que hablaban de lo calentitos que eran sus nuevos calcetines térmicos. En principio resultaban graciosas (y nos invitaron a té y galletas, aunque una venilla catalana afloró y a punto estuvieron de cobrárnoslo), pero después de 20 minutos empezaron a ser cansas. Cuando llevábamos una hora buscábamos la forma de librarnos de ellas.
Increíblemente, el tiempo mejoró. Nos llamaron por “megafonía” (un tipo gritando), y toda la cafetería se puso en pie de repente. Fuimos corriendo hacia la “puerta de embarque”. No tardamos mucho en estar metidos en la avioneta de Agni airlines. Iñigorkha, por supuesto, acojonado. Que si las avionetas son menos seguras, que si hay una gotera, que si blablabla…
El vuelo fue enormemente placentero, y corto.
En 15 minutos, que transcurrieron por un cañón entre los annapurnas, estuvimos en Jomsom, la ciudad desde la que haríamos nuestro trekking.
8 y media de la mañana en jomsom. Quedaba un largo día hasta Kagbeni, nuestro siguiente punto del recorrido hasta Muktinath, que haríamos en 2 días. 2 etapas de 10-12 km, y una tercera etapa para volver. Parecía adecuado teniendo en cuenta que estábamos a 3000 metros y subiendo, y con ningún tipo de preparación física.
Así que, sin saber muy bien por donde empezar, fuimos a sellar nuestros pases de trekkers, paso necesario para que sean válidos. En la oficina de policía de Jomsom había dos chicas con un guía (parece que todo el mundo llevaba guía menos nosotros). Cuando estuvimos comentando nuestro recorrido, el guía nos miró como si fuéramos escoria. Jomsom-Muktinath en 2 días??? pero si se hace en 5 horas! si está al lado! si estas chicas lo van a hacer hoy! buuuu cobardes… etc. Iñigorkha no pudo admitir la humillación del sudao del guía, y llegamos a la determinación de hacer Jomsom-Muktinath en un día. Taca! casi 24 kilómetros de ascenso. Qué demonios.
Así empezamos el camino hacia Muktinath, primero por el lecho de un río, en el que fuimos adelantados por mulas y por todo tipo de gente. DEspués comenzamos un ascenso extremadamente empinado que se hizo realmente duro, para poder seguir andando por otra llanada. Siempre fuimos detrás y muy cerca de las chicas que habíamos visto en la oficina de la policía. Cuando paramos a comer, ellas ya estaban allí, y tuvimos una pequeña conversación con ellas, de la que extrajimos que eran suizas, y llevaban de viaje mucho tiempo, y les quedaba otro mucho tiempo. Eran jóvenes, pero parecía que eran mucho más duras que nosotros. Mientras que nosotros íbamos a hacer el camino de vuelta a Jomsom, y luego avión a Pokhara, ellas iban a ir andando de Jomsom a Pokhara. Locura. Además, el camino que habíamos hecho hasta ese punto, siempre nos habían llevado ventaja y parecían bastante frescas, mientras que nosotros, con sólo 10 km a nuestras espaldas, estábamos reventados. Pero aún quedaba lo peor. Y ya teníamos la mirada de los mil metros.
Seguimos el camino, siempre intentando ver a lo lejos el templo de Muktinath: “eso debe ser… ah no… no es… pero mira eso seguro que sí es!!… ah no… tampoco…” El camino cada vez era más empinado y más duro.
Pasamos el último pueblo y emprendimos el último ascenso, por paredes realmente verticales, y bastante resbaladizas, atravesando arroyos y grandes lodazales, hasta que finalmente lo logramos, a las 3 y media, tras 7 horas de caminada, llegamos a Muktinath. Pero no había acabado aquí el viaje, ya que teníamos qu subir al monasterio, lo cual nos supuso un cuarto de hora más, que fue uno de los más duros que he pasado, el cansancio era acuciante, la altura, opresiva, y no parecíamos llegar nunca. No pudimos evitar recordar a sam y a Frodo en varios momentos, ya que su viaje tuvo que ser similar, sólo que bastante más largo.
Cuando llegamos al templo (nuestro Cirith Ungol particular) no pudimos ni disfrutarlo, tan pronto como encontramos un banco nos sentamos e hicimos las fotos desde el banco, tomando aire y comiendo las chocolatinas energéticas que nos quedaban. Este monasterio es ultrasagrado, muy importante, y está cerca de la frontera del reino prohibido de Mustang. PEro sólo podíamos pensar en una cama.
https://www.vimeo.com/18271950
No tardamos mucho en volver a bajar al “pueblo” (4 casas, 3 de ellas hoteles) de Muktinath, donde conseguimos alojarnos en el mismo hotel que las chicas suizas. Sin embargo no gastamos energías en relaciones sociales: fuimos directos a la cama. Aquella pudo ser la mejor siesta de mi vida. Una de esas siestas que algún día, cuando escriban el gran libro de las siestas, aparecerá en el capítulo de buenas prácticas. Legendaria.
Cuando despertamos, fuimos a la terraza-bar a cenar algo. Nos encontramos con las chicas suizas, y compartimos la cena hablando con ellas. Se agradecía, una vez descansado tener algún contacto social. REsultó que como parecía, eran más jóvenes, tan jóvenes que una tenía 19 años. Y se iba a quedar ella sola hasta diciembre, dando vueltas por Nepal e India.Malditos hippies forrados de pasta… Y a pesar de no parecerse en nada, eran hermanas. Cuando no nos quedó conversación nos pusimos a jugar al “Asshole”, la versión anglosajona del comemierda, a la que se juega prácticamente igual. Estuvo bien. El guía sudao de las suizas era un sarnoso que nos miraba con recelo y nos trataba en general mal. Los guías de esta parte de Nepal dan bastante por el saco a toda la gente que no es de su grupo, como comprobaríamos más adelante.
A las 9 el hotel entero se quedó a oscuras y nos fuimos irremediablemente a dormir. Mañana esperaba el camino de retorno, aparentemente más fácil, que era cuesta abajo, pero teníamos el gran inconveniente (al menos yo) de tener los pies totalmente destrozados. Aún así, fue una noche gloriosa, en la que nos sentimos héroes!*
4 comentarios sobre “Nepal-Tibet. Capítulo 14: Annapurna connection. (Dedicado a mis tres únicos lectores fieles)”
Grande! Ya se echaba de menos la actualización.
Y vaya hinchada a reír con la foto de Iñigo con bocadillo, la frase es totalmente típica suya XD
XD
ya pensaba que habías cancelado la serie, cual Caprica…
calabacín siempre vuelve