Diario de un calabacín en Islandia – Día 6: Calabacín Dick

Diario de un calabacín en Islandia – Día 6: Calabacín Dick

La noche acabó cuando empezó a amanecer. Como diría Dexter “tonight’s the night”, pero en día. Hoy era el día. Íbamos a ver ballenitas, después de haberlas comido, y oído sobre ellas, por fin habría que verlas. Para ello, salimos pronto hacia Husavík (bahía de las casas o algo así), una bonita, y un poco hippy población en una bahía.

Rueditas Hippis
Rueditas Hippis

Esta es la ciudad, a parte de Reykjavík, en teoría más adecuada para ver ballenas, tiene dos compañías que hacen tours regulares en unos barcos superchachis, a los que nos acercamos nada más llegar. Fuimos a preguntar el precio y OMFG! 50 euros por persona! Y sólo se garantiza el avistamiento de la chepa de la ballena! Qué locura! Por suerte nos habían dicho que la otra compañía era más barata. Fuimos a comprobar, y en efecto, valía un euro menos. Desde el momento en que los precios venían en euros ya se veía el perfil turístico del tema, y que nos iban a sangrar de mala manera. Como andábamos un poco preocupados por el gasto, no podíamos comprobar cuánto crédito nos quedaba en la tarjeta común, y nos parecía desproporcionado, éstas fueron las ballenas que acabamos viendo:

Las únicas ballenas que vimos
Las únicas ballenas que vimos

Bueno, pues teníamos una mañana libre, así que hicimos algunas compritas (más pan rancio, más galletas de chocolate de a 89 pelas el paquete, y más biscotes de pan sueco), nos acercamos al museo del falo que hay en Husavík, al que finalmente no entramos porque había que pagar. Curiosísimo que en una ciudad tan pequeña tengan un museo de ballenas y un museo del falo…

Finalmente nos decantamos por ir a comer a un restaurante del puerto. Ya nos merecíamos una de comer caliente, y como la burbuja de las ballenas había explotado, pues qué demonios. Todos, excepto Sedanur, pedimos una historieta de bacalao, que consistía en una especie de masa de bacalao con patata, especias y algún ingrediente indeterminado, sobre una lámina de pan tostado

Cod con nosequemovidas, y tomatito cherry.
Cod con nosequemovidas, y tomatito cherry.

Parecía que nos iba a dejar con las ganas pero a mí particularmente me sació de sobremanera y me encantó su sabor. Otros como Carlosstadir no eran de la misma opinión.

Visitamos también algunas tiendas de souvenirs, que suelen consistir sobre todo en productos de lana de alta calidad (y alto precio, y alto volumen en la maleta). Tras no comprar nada, salimos hacia Mývatn, un lago bastante extenso que está junto a Egilsstadir, pero que días antes no habíamos visto por falta de tiempo.

Nos habían advertido sobre los mosquitos en Mývatn, de modo que cuando llegamos fue un poco decepcionante no encontrarse ninguno. En realidad es probable que no los viéramos porque el contacto con el lago fue ínfimo. Había muchos vista points en el sur y nosotros nos limitamos a entrar en un pequeño brazo de tierra que se adentraba por el norte, y acababa en una cafetería y un centro de avistamiento de pájaros. Como no somos muy dados a la ornitología (o eso pensábamos), nos fuimos a Dimmu Borgir, en castellano, Fortaleza Oscura. A los amantes del black metal les sonará, por el grupo noruego. No sé si estos txikitos visitaron Islandia antes de ponerse el nombre, o en noruego Dimmu Borgir significa lo mismo, y son así de siniestros. Probablemente ambas cosas. El caso es que en su acepción Islandesa, la fortaleza oscura es un campo de lava en el que a diferencia de otros, las rocas forman columnas, paredes, cuevas, y todo tipo de oscuras estructuras, que asemejan a una fortaleza en su conjunto.

Columnas negras en DimmuBorgir
Columnas negras en DimmuBorgir
Agujeros y columnas
Agujeros y columnas

Para hacerse una idea de cómo es caminar por este campo de lava, basta con rememorar las escenas del Señor de los Anillos en las que Frodo y Sam van guiados por Gollum. Muchos puntos del camino recordaban extraordinariamente a la peli, e incluso acabamos silbando la cancioncilla de los hobbits. Por supuesto hubo quien no tuvo suficiente con silbar…

My precioussss
My precioussss

En su extremo más oriental hay una cueva con dos entradas forman arcos de medio punto, llamada Kirkjan (iglesia), bastante curiosa, y siniestra como el resto del campo de lava.

La iglesia desde dentro, hacia el arco apuntado
La iglesia desde dentro, hacia el arco apuntado

Al parecer se dice que éste es el punto de entrada al infierno, y sus cuevas son lugar de residencia para gnomos y duendes. No vimos ninguno.

Volvimos al coche, y no muy lejos de allí volvimos a parar. Un poco más al este de Mývatn y Dimmu Borgir, hay una zona de gran actividad geológica, Krafla. Al parecer se sitúa encima de una falla, lo que explica su constante actividad. En la zona baja, junto a la carretera, hay un espectacular campo de pozos de ácido sulfúrico y fumarolas.

Ácido, barro y humo apestoso
Ácido, barro y humo apestoso

Como cabe esperar, el olor es nauseabundo, sobre todo cuando el viento te acerca gentilmente alguna de las columnas de humo de las fumarolas. La vista es desoladora y a la vez espectacular, el suelo está caliente y blando y los pozos grises de ácido sulfúrico hierven constantemente. Evidentemente tiramos cosas a los pozos para ver qué pasaba con ellas, pero no se pudo apreciar ningún efecto. A saber qué profundidad tenían

Humaco
Humaco

Si nos faltaba olor a azufre por coger, éste fue el sitio definitivo en el que todos salimos apestando.

Un poco más arriba en el monte estaba el verdadero espectáculo. Dejamos atrás una central geotérmica que aprovechaba toda esta actividad (pobres empleados, vaya olor que tenían que tener en las oficinas todos los días), y nos dirigimos a la parte donde la tierra se abría.

La carretera atravesaba la central geotérmica, por debajo
La carretera atravesaba la central geotérmica, por debajo

Se trataba de una caldera volcánica humeante que daba la sensación de haber hecho erupción ayer. En realidad no andábamos muy descaminados, la última erupción fue en 1984. 25 años, y el suelo seguía muy caliente, y todavía salía humo por infinidad de recovecos. De hecho, en la mayor parte del hiking trail, había indicaciones para no salirse del camino, ya que las rocas circundantes estaban a más de 100 grados.

Humeante krafla. La parte de arcilla bien. La parte negra, quema
Humeante krafla. La parte de arcilla bien. La parte negra, quema
Quema, Calabacín!
Quema, Calabacín!

Evidentemente tuvimos que salirnos para echar algunas fotos, pero pronto volvimos a la pista, ya que los pies no tardaban en entrar en calorcito. En los paneles indicadores se decía que la actividad subterránea era enorme y podía haber una erupción en cualquier momento. Supongo que los trabajadores de esa central tienen un buen seguro. Es difícil describir con fotos la caldera, pero la sensación permanente era de erupción inminente, por lo que el hiking, además de las vistas estaba aderezado con esa excitación y ese calor que salía de la tierra.

Partimos de allí hacia la ruta de tierra que nos devolvería a Kopásker, que transcurría junto a un gran cañón, en el que por supuesto había cascadas. En este caso paramos en Dettifoss, supuestamente la cascada con más torrente del país, y la más potente de Europa, que la verdad es que sí que era bastante bruta:

Dettifoss, bastante bruta
Dettifoss, bastante bruta

Es otra de esas cascadas que hay que estar allí y ver y oír su fuerza para apreciarla, ninguna foto o vídeo puede hacerle justicia. Es aquí donde descubrimos la pasión de Sedanur por la ornitología:

"Creo que he visto una avutarda"
"Creo que he visto una avutarda"

Posteriormente hicimos un pequeño hiking hasta Selfoss, una cascada destacada por no tener sólo una caída. En vez de eso, era una larga pared arqueada en la que desembocaba un río muy ancho, y caía por infinidad de pequeñas cascadas, con mucha más fuerza de la que se puede apreciar

Selfoss en toda su extensión
Selfoss en toda su extensión

Tras muchas cascadas y volcanes, tomamos la pista de nuevo para volver a Kopásker. Mientras los macarrones se hacían, Bayuvík aprovechó para acercarse a la playa y recoger el espectacular atardecer que se quedó:

Atardecer en KOpásker, muy cerquita del círculo polar
Atardecer en KOpásker, muy cerquita del círculo polar

En el próximo episodio…..

-Burn, baby burn…

JAJAJAJAJAJ tengo que volver a engancharme a CSI Miami!


4 comentarios sobre “Diario de un calabacín en Islandia – Día 6: Calabacín Dick

  1. Jajaja, y quién quiere ver ballenas cuando puedes comerlas! La verdad es que no pensaba que el turismo en Islandia estaba tan arraigado, pero bueno, bendito bakalao.

    Por cierto, la razón por la que a Carlosstadir no le convenció mucho no sería que le pareció demasiado salado xD?

    Joe, os habéis dado un viajecito muy guapo, somos ya difíciles de sorprender porque cada día las fotos son espectaculares, parece que no hubo ningún día decepcionante!

  2. Por cierto, no te dije, pero creo que a mi de Dettifoss os hubiera costado moverme… me pierdo con tanto pájaro!

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