Diario de un calabacín en Islandia – Día 0: De aviones y hombres

Diario de un calabacín en Islandia – Día 0: De aviones y hombres

Todas las aventuras de Calabacín empiezan siempre en un aeropuerto. Pero pasar un día entero entre aviones, paneles indicadores, turistas, conexiones, y controles de seguridad fue una nueva aventura para el curtido calabacín.

Todos los fuelles conectados. Iniciando ignición
Todos los fuelles conectados. Iniciando ignición

La llegada a Reykjavík, la bahía humeante, (en realidad a Keflavík, junto a la antigua base militar americana), fue a medianoche, aunque todavía quedaba luz diurna, como es habitual en las latitudes quasipolares.
Nos dirigimos al hotel, con ánimo de descansar de cara a los siguientes días de aventura. El amable islandés, que pasó en moto de nosotros, había dejado las llaves en recepción.

La habitación era funcional, 2 camas, un sofá cama, nunca persianas, claro, una mesita, una cocina… y el desayuno buffet que habíamos pedido… ya estaba allí! el buffet consistía en unos bricks de zumo y de leche y unas tostadas que ya estaban en la nevera. Nunca había visto un buffet así, pero fue interesante.

Nos llegamos a plantear visitar la ciudad de noche, pero era tarde, y después de todo el día viajando, y con las perspectivas del día siguiente, decidimos tirarnos al sobre.

A partir de mañana, empiezan las historias interesantes, y las fotos interesantes… y comprometidas mwahahahah

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