Namibia, capítulo 8: Vagos melenudos

Namibia, capítulo 8: Vagos melenudos

No es fácil reservar muchos días en Etosha en el mismo camping, ya que hay bastante demanda. Tampoco es recomendable, Etosha es muy grande y los campings están estratégicamente situados para visitar todos y así tener una experiencia más global. Así iba a ser. Hoy tocaba recorrer los 100 kilómetros que separaban Halali, en el extremo oriental y Okaukejo, al oeste del parque. Esos 100 kilómetros de por sí ya iban a llevar tiempo porque en las “carreteras” de Etosha nuestro Corolla no podía pasar de 40km/h. Pero además pensábamos tomar algunos detours para llegar a Okaukejo a la hora de comer viendo varios waterholes intermedios y recorriendo senderos recónditos.

Después de un buen rato recorriendo estos caminos y ver un montón de bichos de tamaño pequeño, nos encontramos un tumulto de coches que presagiaba un accidente o algo similar. Las carreteras de Etosha son muy fluidas. Aunque hay bastantes coches, están bien repartidos, y como no hay demasiadas normas, la gente adelanta cuando quiere y para donde le da la gana. No habíamos visto en ningún momento más de 3 coches juntos, pero ahora había más de 20 colapsando todo. Conseguimos meter morro siguiendo a un todoterreno que iba hacia adelante ignorando todo. Y descubrimos el origen. A dos metros de la carretera había una familia de leones, unos 10 o 12, con 2 o 3 machos, y uno de ellos tenía en su poder una jirafa muerta a la que le estaba hincando el diente.

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Ésta es una de esas cosas que parece que no van a impresionar porque lo has visto mil veces en la tele, pero en directo era impactante ver aquellos animales de ese tamaño comiéndose una jirafa en descomposición. Y realmente da bastante cosa que uno de esos bicharracos salte hacia el coche. El dedo estaba cerca del elevalunas en todo momento, por si acaso.
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También quedaba patente lo extremadamente vagos que son. En los 45 minutos que estuvimos nosotros no se movieron del sitio a pesar de tener una nube masiva de turistas con cámaras, teleobjetivos y cuerpos medio salidos por la ventana, y los leones ni se inmutaron. En un momento dado, el macho más grande le pegó un bocao al cuello de la jirafa, pero no se esforzó demasiado, ni siquiera llegó a arrancar un pedazo de carne. Estos leones eran como nos había dicho Paulus el día anterior. Igual por la noche se meneaban un poco, pero ahora desde luego no parecía que fueran a hacer grandes alardes. Tampoco era para menos, hacía 45º.

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En todo caso los turistas flipamos bastante, ver leones en tales circunstancias era absolutamente improbable, incluso con guías, así que si ese día no se echaron 100.000 fotos, no se echó ninguna.

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Cuando vimos nuestra primera hiena, después del impacto de los leones, no nos dijo mucho. Pero es raro ver hienas por el día. Por la noche veríamos más. Y las oiríamos!

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Al final, con tanto trasiego, acabamos comiendo en una de las áreas de descanso que hay por Etosha, y llegamos a Okaukejo por la tarde. Como hacía un calor infernal y llevábamos todo el día en el coche, decidimos contratar un tour nocturno, algo llamativo y algo más caro que los otros, y nos fuimos a la piscina a leer. Hay que decir que Okaukejo aunque vale lo mismo que Halali ya que son ambos propiedad del estado, es mucho más lujoso. Las instalaciones están mucho mejor, también la plaza de camping y la piscina parecía sacada de una peli de explotadores blancos que viajan a Africa en el siglo XIX, con sus hamacas, sombrillas individuales, y un bar del que salían camareros impecablemente vestidos a traerte cervezas a la piscina. Había también muchos más viejos que en Halali (igual la gente sabía de antemano que este camping es mejor y los viejos que buscan comodidad van allí).

El Waterhole de Okaukejo también era mucho mejor aparentemente, con mucho más espacio y visibilidad (y más agua también). Pero yo creo que los bichos se saben que hay mucho más turista aquí, porque nos visitaron muchos menos. Halali molaba más en este sentido (también era algo más salvaje y auténtico).

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En cualquier caso nos pilló un pedazo de atardecer (que aquí se veían de frente) y en el qeu vino un elefante solitario, una pareja de rinocerontes y un montón de jirafas que se acercaron desde la lontananza meneando sus cuellos al compás. Parecía una escena de El Rey León.

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Después del waterhole, que fue un poco más sobrio que el de Halali, fuimos a cenar y luego a esperar nuestro tour nocturno. Las puertas del camping estaban cerradas, pero al ir con guarda teníamos permiso. REsulta que nuestro guía era bosquimano, y antes de salir nos estuvo enseñando algunas frases en su idioma impronunciable de chasquidos. Muy risas.

Luego salimos. Como los faros del coche asustan a los animales, íbamos sin luces, en plena oscuridad, a la luz de las estrellas y nada más. Daba un poco de cosica porque no se veía NADA. Al final te hacías a la oscuridad y empezabas a ver cosas. Pero lo mejor es que el guía llevaba un foco rojo que no asusta a los animales y lo iba encendiendo para pillar bichos. Parecía el ojo de Sauron.

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Pudimos ver un montón de animales haciendo cosas que por el día no hacían. A parte de un montonazo de hienas que se reían como en las pelis (al volver a casa vimos El Rey León y el sonido de las hienas de esa peli está muy muy bien hecho, se parece mucho al real, más que una risa es una especie de grito desaforado).

También vimos leones conviviendo en un waterhole con un montón de otros animales potenciales presas, tal como nos había dicho Paulus. Y en un momento dado vimos a unos 5 elefantes que cuando nos vieron empezaron a acercarse y el guía se asustó bastante y salió pitando.

Al final, el tour nocturno está curioso, y sólo puedes hacerlo contratando, no con tu coche, pero es bastante más caro que los diurnos y ves los mismos bichos. Para hacerlo valer, hacen que dure dos horas, pero a mí se me hizo un poco largo, principalmente porque dos razones: ya me había acostumbrado a irme a la cama a las 9 todos los días y esto empezaba a las 9, así que a las 10 y media estaba cabeceando como un tonto; y además, hacía frío, mucho frío. Es la primera vez que pasé frío en Namibia, aunque nos dieron unas cuantas mantas para todos los que íbamos en el jeep, al final acababas pasando mucho frío.

Al final cuando volvimos vimos unos cuantos chacales DENTRO del camping de Okaukejo acercándose a bungalows y tiendas, buscando comida. Había señales por todo el camping urgiéndonte a evitarlos. Así que nos fuimos a la cama a las 11 y pico (insólito en Namibia), y nos dormimos oyendo a las hienas fuera del camping.

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