Alemania y Austria, capítulo 10: ¿Sueñan los knuckels con aliens invisibles?

Alemania y Austria, capítulo 10: ¿Sueñan los knuckels con aliens invisibles?

 

El día 10 empezó divertido. Yo no me enteré de nada, pero al parecer, los 30 alemanes que había en la habitación de al lado del hostel, y que habíamos visto llegar el día antes con cienes de cajas de cerveza, la habían montado parda de madrugada al llegar, despertando a todo el hostel, menos a Iñigenstein y a mí con mis tapones mágicos. El caso es que fue una levantada difícil para algunos, así que Xabimann decidió cobrarse venganza, que como todo el mundo es dulce y se sirve fría, por lo que es un helado.

Venganza (dramatización)
Venganza (dramatización)

Así, mientras nos vestíamos y preparábamos las mochilas, Xabimann puso una canción (un poco chunga) a todo el volumen que el móvil le permitió, y la puso en el vano de la puerta. Los alemanes no tardaron en despertarse y venir a quejarse. Hay que recordar que los alemanes eran gigantes, y ahora estaban cabreados. Bueno pues el crack de Xabimann les plantó cara y les dijo que la canción iba a estar ahí hasta que acabara, y que ellos habían hecho mucho ruido por la noche y que a joderse tocaba.

Los demás estábamos un poco a cuadros con la actitud de Xabimann, pero funcionó. Los alemanes se picaron y no hicieron nada más. Después de nuestro pique con los maleducados locales (a base de más mala educación), salimos hacia Bregenz, donde pasaríamos el día.

Bregenz está junto al lago Constanza, ese lago que comparten alemanes, austriacos y suizos, y que es una especie de zona de veraneo para ricos. Así era Bregenz también, que es famoso por su ópera al aire libre (donde ocurrían algunas cosas de la nefasta peli de James Bond Quantum of Solace). Otra cosa menos destacada que tiene, es una especie de mini-Cabárceno con animales sueltos en grandes recintos, de acceso gratuito y que está en una colina cercana. Como no hacía un día espléndido, decidimos subir en teleférico y ya veríamos si bajábamos andando.

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Había una buena vista del Lago Constanza, pero los animales resultaron ser fundamentalmente fauna local, así que pudimos ver cerdos, ciervos, y poquito más.

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También tenían un espectáculo con águilas, que no pudimos ver porque no cuadró, pero tenía pinta de ser lo mejor del parque.

Este parque está muy orientado para niños, y la vuelta completa al recinto se hace en poco más de una hora, así que cuando terminamos emprendimos el descenso, que estuvo bastante animado por las conversaciones sobre los aliens invisibles e indetectables, que sin lugar a dudas están presentes entre nosotros, pero no tenemos la tecnología para verlos. Tardamos más de una hora en bajar, por una pendiente bastante empinada. Habíamos hecho bien en coger el teleférico, y de hecho esta decisión marcaría el principio del resto del viaje, que no volveríamos a hacer nada más de ejercicio físico.

Al final, nos sentamos en el agradable paseo “marítimo” de Bregenz a comer, observando la fauna local (de otro tipo que la del parque), el teatro sobre el agua, y acabar ultra enganchados al 2048, que Bayern le había introducido a Xabimann, que al final todos acabaron jugando.

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El escenario actual de la ópera sobre el agua.
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2048 FTW

Tiempo después, cuando todas las partidas hubieron acabado, tuvimos que rematar el día con una partidita de Minigolf. Yo ya había estado en este campo en 2007 y pensaba que me acordaba, pero al final no fue tan fácil, y nuevamente Xabimann se volvió a imponer, no exento de polémica por las Iñigo’s rules!

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La partida estuvo más ajustada que nunca.

Para acabar el día salimos hacia Lindau, un pequeño pueblo que volvía a ser Austria, en la orilla de enfrente de Bregenz. Lindau era un minipueblo y nos alojamos en un minihostal que estaba muy bien acondicionado y en el que teníamos que compartir habitación con un señor de unos 50 años.

Cuando nos hubimos duchado y refrescado, salimos hacia el centro de la ciudad a ver su conocido casco antiguo, y a cenar en un restaurante que nos recomendó la chica del hostel. Hoy tocaba capricho, ya que era la última noche de Xabimann, que se volvía, dejándonos solos y abandonados (y con más sitio en el coche).

Lindau es un pueblo muy elegante con un casco antiguo encantador, pero a la hora que era estaba todo cerrado salvo los restaurantes, así que tampoco pudimos aprovechar al máximo. Tras callejear brevemente, nos dirigimos al elegante y caro restaurante a orillas del lago que nos recomendaron. REsultó ser una opción muy de postureo, pero con escasa comida  (Unaien después se tuvo que comer un bocata).

2014-08-09 20.50.52 2014-08-09 20.53.45 2014-08-09 21.08.32 2014-08-09 21.09.22-1En cualquier caso, las vistas eran óptimas, y a pesar de los mosquitos, la cena fue agradable (aunque no tenían knuckel, esto empezaba a ser agobiante!)

Cuando salimos fuimos a buscar algún antro en el que tomar algo, y acabamos en un irlandés que era muy irlandés, donde pudimos tomarnos unas Guiness, escapando de las tradicionales birras bávaras.

Allí Unaien se hincó un bocata como su antebrazo y seguimos nuestras conversaciones metafísicas sobre aliens invisibles y otros.

Al final, no muy tarde ya que Xabimann cogía el tren pronto, nos fuimos al hostel de nuevo y empezamos la que sería una divertida noche con nuestro compañero de habitación.

12 comentarios sobre “Alemania y Austria, capítulo 10: ¿Sueñan los knuckels con aliens invisibles?

  1. Oye, que no me acuerdo. Me trinque un bocata después de la cena?jajaja. No es que me parezca raro con el hambre que suelo llevar. Lo que me preocupa es que no me acuerde,jeje. He de decir que el bocatón que tenían los de al lado en la barra del irlandés era de envidiar.
    Y la horda de mosquitos que no nos dejaban cenar agusto fué un poco agobiante. Pero por lo demás estuvo genial. Gran día por Bregenz y charlas para desconectar un poco del mundo,jaja.
    2048 power. Hay que ir pensando en próximo juego aditivo to the next trip :)

  2. Polémica!!! Esto es manipulación!!! La conversación no trataba sobre la existencia de extraterrestres invisibles, sino de la POSIBILIDAD de que existan y no puedan ser detectados con la tecnología actual. Para que Iñigo tragase la posibilidad estuve como 3 horas, así que para que me lo asegurase ….. todavía a día de hoy estaría intentándolo.

    Yo no he vuelto a jugar al 2048 desde el viaje. Soy un jugador social (y poco habilidoso).

    1. Yo casi tampoco he vuelto a jugar. Quizás una partida perdida en alguna noche solitaria de trabajo :)
      Hay que buscar nuevo juego,jeje

  3. No me esperaba yo que Xabi fuera tan tipo duro. Ahí, metiendo en vereda a los bárbaros teutones, todo un campeón.
    Por cierto, me ha encantado la dramatización de la venganza ^_^

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