Vietnam y Camboya, episodio 3: equipajes inesperados

Vietnam y Camboya, episodio 3: equipajes inesperados

En el tercer día, deberíamos estar amaneciendo en un barco, mecidos por las aguas de la bahía de Halong. Sin embargo, amanecimos en el Rising Dragon Vila hotel, con poca perspectiva de qué íbamos a hacer. Por la noche cogíamos el tren a Sapa, zona de riesgo de malaria, por lo que teníamos que pertrecharnos con ropa de manga larga, en el caso de Car-long, con pantalones de pata larga y ya de paso, con otras ropas adicionales que nos permitieran no estar 21 días con la misma camiseta. Así que pronto por la mañana nos dirigimos a ver la tumba de Ho Chi Mihn, para luego ir de compras.

Cogimos un taxi para ir a ver a Ho Chi Mihn, pero por lo timadores que son los taxistas como norma general, merece la pena ir a pie. Desde el barrio antiguo no es más de media hora. Al llegar nos sorprendió un poco la ultra cola que había, larguísima, llena de chinos, y muy bien organizada (bajo sombra todo el rato). Esa cola en la que parecía que íbamos a estar 3 horas, avanzó en poco más de 15 minutos hasta la puerta del mausoleo. Éste era un edificio de clara factura soviética, impresionante, cuadrado, realzando a los héroes de la patria y al señor Mihn, que por lo que pudimos leer, tiene pinta de que fue uno de los vietnamitas más decentes de la historia, pero claro, se formó en Europa y USA, no rodeado de chinos. Dentro del mausoleo, al que no se pueden entrar cámaras, hacía mucho frío (o fuera demasiado calor), y la visita iba rápida: se trata de una gran cámara central en la que está Ho Chi Minh en espectacular estado (para algo se lo llevan una vez al año al Tussauds para restaurarlo), bajo una gran bandera de Vietnam y otros símbolos comunistas. El camino te hace rodear la urna y ver al magno líder desde todos los ángulos.

 

en ho chi minh no se podían sacar fotos

Cuando salimos el calor era abrasador, y con la humedad al máximo, era inviable estar mucho rato al sol, así que cogimos otro taxi para ir al mega centro comercial más grande de Ha Noi (una megaconstrucción digna de Discovery Max).

El taxi nos dejó un poco lejos porque el atasco era infernal y nos iba a subir el precio un montón para andar 200 metros, así que tuvimos que atravesar un mercado callejero en el que por el olor, toda la carne se estaba pudriendo de forma simultáneamente. Corriendo, y entre náuseas, cadáveres de ratas, y muchos vietnamitas apretados en lo que parecía un poblado chabolista, 100 metros más adelante estaba esta megaciudad que parecía Las Vegas, y en cuyos bajos había un super centro comercial.

Allí pasamos toda la mañana y parte de la tarde aprovisionándonos de camisetas técnicas, calcetines, gallumbos, mangas y perneras largas, y todo tipo de chismes que necesitábamos, no sin pocos problemas, ya que como el sitio era para vietnamitas, casi nadie hablaba inglés, y las tarjetas de crédito nos dieron algunos problemas.

Al salir estábamos exhaustos, así que nos dirigimos al centro de nuevo para comer, aunque previamente paramos en una de esas tiendas de mochilas junto al lago para intentar comprar unas mochilas a buen precio. Sacamos dos por 40 dolares así que no estuvo mal, después de todo.

Subimos a comer, a nuestro café de referencia, el Up Café, a comer la última buena comida en unos cuantos días, ya que de ahí tirábamos a Sapa y luego al sur. No tardamos mucho en conectarnos al wifi del Up Café para descubrir que milagrosamente las maletas iban a volver. Maldita sea, después de gastarnos la pasta y comprar todo lo que necesitábamos, incluida una maleta, nos devuelven las maletas!! Así que con un intercambio de emails arreglamos vernos en el Splendid Grand Star con la tipa del aeropuerto que nos las iba a traer.

El resto de la tarde la pasamos en el Splendid Grand, esperando a las maletas, y al tipo al que le habíamos contratado los billetes a SaPa. Ir a Sapa, aunque no está a mucho más de400 km de HaNoi, es bastante complicado; por lo visto no hay carreteras adecuadas y sólo se puede ir en tren, que además, como tarda demasiado, tiene que ser nocturno. Para cogerlo se puede hacer de muchas maneras, pero lo más recomendable para que no te timen, es cogerlo por internet con una compañía de confianza y que te traiga el ticket. A pesar de ello, nos timaron, pero eso lo sabríamos dos días después.

Después de bastante tiempo esperando, aparecieron las maletas!

 

ohhh

(sonó esta música)

Y después de reorganizarlas para llevar a  Sapa el menor equipaje posible, apareció el tipo del tren. No era muy simpático, a pesar del pastizal que acabábamos de entregarle, y se desentendió rápidamente de nosotros dejándonos en el vagón de tren casi sin mediar palabra.

El tren a SaPa estaba muy bien, para los estándares vietnamitas, un compartimento de madera, agradable, donde estuvimos echando unas partidas de cartas, y sacando algunas polémicas hasta que nos dio sueño e intentamos irnos a dormir. Esta primera noche no sería la de mejor sueño: los botes del tren fueron terribles, y había mucho ruido. Pero siempre es de goce viajar en tren.

 

2 comentarios sobre “Vietnam y Camboya, episodio 3: equipajes inesperados

  1. Todavía cierro los ojos y lloro al recordar el gustazo de ducharme y ponerme ropa limpia. Además he cogido manía a esa camiseta.

Responder a calabacin Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.