Noruega, capítulo 10: 20 horas de coche y una discusión desesperada

Noruega, capítulo 10: 20 horas de coche y una discusión desesperada

La paliza.

Nos esperaban un montón de horas de carretera para llegar a la mitad de nada, de donde saldríamos a Lofoten. Lofoten, la tierra prometida.

El décimo día teníamos que llegar hasta mitad de camino entre Trondheim y Lofoten, concretamente hasta Mo i Rana. Una pequeña palicilla, que se iba a quedar en nada, ya que no íbamos a llegar hasta Mo ir Rana, si no que nos quedábamos antes, con lo que el día 11 sería peor incluso.

El único incentivo del viaje era ver alces, porque la carretera atravesaba varios bosques. No vimos alces. Las horas de coche pasaban entre el juego de adivinar películas y el juego de adivinar personajes.

En algún momento cruzamos a la provincia de Nordland, dejando nuestro único testimonio gráfico de este día.

única foto del día; nuestro paso a Nordland

También paramos a comer en un restaurante, pero no amigos, no comimos “dentro” del restaurante, si no “junto” al restaurante, en uno de los bajos del mismo, ya que llovía y era como rancio comer en el coche. Así que mientras la gente se pinchaba unos buenos chuletones en el restaurante nosotros comíamos el choricillo barato pegados a una de sus paredes. El sabor del chorizo empezaba a ser imperceptible.

Llegó un momento en el que los juegos eran aburridos así que nos empezamos a dedicar a polemizar sobre diferentes cosas como la Iglesia o el Athletic (otra iglesia)

Al final llegamos a Mosjoen, nuestra “ciudad” intermedia. No era demasiado tarde y mientras Xåbi se daba una ducha vimos en la tele que esa noche daban el Episodio IV de Star Wars!!! Tremendo. Ya había plan.

Pero era pronto, así que fuimos a echar una partida de bolos a la bolera del camping, que sonaba a que tenían una de esas cutre pistas con bolitas de madera que caben en la palma de la mano. Pero no, tenía 3 señoras pistas de bolos en condiciones. Ganó alguien que no se lo merecía :P

Después de los bolos visitamos el pueblo de Mosjoen, que no tenía más que un par de calles, eso sí, con hotel y centros turísticos. Serían las 7 de la tarde y no había ni cristo así que era difícil saber quién demonios visitaría este pueblo perdido en la mitad de Noruega.

No demasiado tarde nos fuimos al camping, a cenar y ver un nuevo peliculón.

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