Noruega, Capítulo 3: on the road again!

Noruega, Capítulo 3: on the road again!

Amaneció en el tren. Muy pronto, la luz vikinga se filtraba por las cortinillas del compartimento.  A las 7 llegábamos a Stavanger, la ciudad de Liv Kristine, y una de las principales de Noruega. La noche en el tren, con sus traqueteos, vaivenes de frenadas y acelerones, metidos en ese catre de 70 cm no podía haber sido más placentera, al menos para Bayusson.

llegando a Stavanger
Iñigorg en el compartimento

Todavía un poco albardados por no haber dormido demasiado, buscamos un punto de información en el que nos indicaran cómo llegar a la oficina de Avis, donde teníamos que coger nuestro coche para el resto del viaje.

HAcía sueño

Dimos una vuelta a la plaza principal del pueblo, hasta llegar a la zona antigua donde estaba la oficina de turismo… cerrada. No había wifi. No teníamos forma de saber dónde estaba la oficina. Sin embargo apareció un barrendero equipado con un super smartphone, que amablemente nos miró en internet dónde estaba la oficina, ya que a él no le sonaba la calle tampoco. Resultó que la condenada oficina de avis estaba como a 20 km al sur, y habíamos pasado en tren por allí hacía 20 minutos. Así que fuimos de nuevo a la estación de tren y autobuses donde nos informaron de cómo llegar en bus local. En media hora, el bus nos soltó en medio de un polígono industrial en medio de nada.

No tardamos en encontrar la oficina, por aquí los noruegos eran muy simpáticos y colaboradores. Teníamos cierta preocupación porque no habían cobrado el coche a Karlstad, y costaba más de lo que su tarjeta podía pagar, por lo que no sabíamos si nos iban a dar el coche o íbamos a tener que volver andando a Stavanger y pasar allí los 15 días. Finalmente, cuando la chica de la oficina de avis consiguió abrir la caja fuerte de llaves (que le llevó un buen rato), nos dieron el VW Golf que sería casi nuestro hogar en los próximos días, aparentemente sin problemas de dinero.

Volvimos a Stavanger, esa ciudad que se nos quedó sin ver, para inmediatamente subirnos a un ferry que nos llevaría a la carretera de Preikestolen. En Noruega los ferrys son como prolongaciones de la carretera. Cuando te encuentras un fiordo, si es estrecho puede que hagan un puente. Si no es muy ancho, puede que hagan un túnel de 7 km, en los que 3.5 km son bajada empinada y 3.5 subida empinadísima. El resto de veces, hay un ferry esperando. Para ser Noruega, los ferrys no son demasiado caros, pagábamos unos 20 euros de media por cruzar los 4 con coche, y en una buena parte de ellos había todo tipo de comodidades, como wifi, y otras más irrelevantes.

Los ferrys siempre eran un buen momento para deglutir

Ya en el otro lado del fiordo arrancamos hacia Preikestolen (sufriendo el disco del verano de Karlstad, aunque este año no estaba tan mal, he de decir, a pesar de mis incesantes quejas).

Preikestolen es un gran púlpito de piedra cortada a pico en un acantilado que cae 640 metros hasta el Lysefjord, el fiordo de la luz. Había un complejo turístico alrededor y muchos muchos turistas. La subida al púlpito era casi tan espectacular como el púlpito mismo, sólo enturbiada por la cantidad de gente que había, que parecía que habían abierto el grifo de turistas. Arrancaba en la base del fiordo, y había un ascenso de 2 horas, con algunos tramos un poco más rocosos y complicados (estilo parte final del Anboto). Empezamos la subida con el día fresco y un poco nublado pero 15 minutos después ya hacía un sol de justicia, y algunos tuvimos que buscar formas de evitar quemarnos (no siempre con éxito)

Parada tras el primer repecho, todavía nos quedaba un montón
KArlstad es un tipo interesante

Dejamos a nuestro lado uno de los fiordos, con excelentes vistas. Después pasamos por una zona pantanosa, que era muy verde, parecía un campo de fútbol, pero si pisabas te dabas cuenta de que era todo fango y charcas. Era el Moscagua noruego. Y después teníamos que subir al monte del destino, para llegar al púlpito donde lanzaríamos el anill… podríamos decir que en la subida al Preikestolen la imaginación volaba. A mitad de camino descubrimos que no teníamos agua. Éramos unos felices que habíamos salido con las botellas a medias, pero cuando llegamos a la recta final ya no quedaba nada. Sol abundante y poca agua.

 

En la recta final había buenas vistas
El tremendo púlpito Preikestolen

Así llegamos a la cima, y tras unos pasos estrechos con un abismo a nuestro lado, no aptos para gente poco ágil estuvimos en la plataforma de Preikestolen, que parecía el primer día de rebajas. Había gente para llenar fiestas de Elantxobe. Las vistas eran impactantes.

Lysefjord
El lado norte de Lysefjord

Después de unas cuantas fotos míticas, nos preparamos unos sandwiches de chorizo infame, y sin agua para pasarlo, emprendimos la bajada.

Asomarse daba un poco de cosa así que nadie se asomaba de pie

Bajar de Preikestolen era muy divertido, había pendientes empinadas, rocas que había que ir saltando, y gente a la que había que esquivar. Bajamos en escasa hora y 20, frente a las 2 horas que habíamos tardado en subir.

Ya abajo fuimos a ponernos finos a agua, rellenar cantimploras y comprar unos helados. Sí, volvimos a ceder a las presiones de Xåbi.

Xåbi disfruta de su último helado

No tardamos en arrancar hacia Bergen, nuestro primer destino, en un viaje que nos ocupó toda la tarde.

Llegamos a Bergen prácticamente de noche, y aparcamos como pudimos en una esquina cercana al hostel. Pusimos la OTA y nos fuimos a cenar y dar un breve paseo por el centro de Bergen, que estaba junto al hostel.

Restaurante que había junto a nuestro hostel, de precios imposibles

El cansancio estaba haciendonos deambular sin dirección, así que acabamos en una terraza donde nos tomamos una sidra de pera exquisita, de a 10 euros la botella de tercio. La sidra noruega era famosilla por lo que habíamos visto, pero la que encontramos era como la inglesa, o sea zumo de manzana (de pera en este caso) con un poco de burbujeo y un poco de alcohol. Más un refresco que sidra de verdad, pero estaba bien.

Sidra de pera

Bergen parecía una ciudad elegante, de las grandes, con una zona claramente turística. Pero mañana sería el día, ya que hoy había sido un día duro, y pillar una cama después de todo iba a ser muy agradecido.

 

 

6 comentarios sobre “Noruega, Capítulo 3: on the road again!

  1. Buena entrada! Ya estaba con ganas de que volviese calabacín de vacaciones.
    Estoy intentando photoshopear la foto en la que estamos todos sentados en el borde para quitar el charco pero me está costando. ¿Sigo en garantía del curso de photoshop para preguntar?

    1. buf, pues complicado, lo mejor es que uses el tampón y clones en una capa nueva para asegurar (crea una nueva capa, y en las opciones del tampón pones “sample all layers”) y vas clonando, sin preocuparte de que se pase de los bordes. Luego le pones una máscara a la capa y enmascaras para que se ajuste justo al charco. El problema lo vas a tener con que las sombras igual te quedan un poco raras

  2. Por cierto. Me ha emocionado que el disco de este año no haya sido tan malo. Te estoy acercando al lado comercial. Guettaaaaaaaaaa.
    “I just wanna make you sweat”.

  3. yo no hago ningun asco a la musica comercial. Pero una cosa es una cosa, y seis, media docena. El disco del año pasado era una jodida basura

  4. mis mejores recuerdos de islandia llevan la banda sonora ‘poker face’ y de tibetnepal ‘waka waka’ jaajjajaja :p

  5. es triste q waka waka fuera la cremaza del disco :P
    BTW: las canciones de guetta las mas fustañas de este año e… en 3 o 4 años nadie va a saber quien es ese pavo

Responder a Carlos Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.